Pese a llevar menos de un año como voluntaria, Lucía Fernández tiene muy claro que dar este paso ha sido fundamental en su trayectoria. Hasta tal punto es así que esta mujer sueña, a sus veinte años, con trabajar en la Confederación ASPACE, de la cual es miembro Fundación Másnatur, en cuanto termine sus estudios en mediación comunicativa. Reconoce que al principio empezó a cursar un grado de dependencia porque no tenía claro qué hacer, pero que le ha gustado tanto que ha decidido seguir formándose. “Me está encantando, porque soy una persona que no se calla y necesito comunicarme”, explica con un entusiasmo contagioso.
¿Cómo decides empezar a colaborar como voluntaria en Fundación Másnatur?
Conocí la Fundación haciendo un trabajo para clase, mientras estaba investigando acerca de las ayudas a la situación de dependencia. En aquel momento estábamos en plena pandemia y no estaban realizando actividades, por lo que no me pude apuntar. Pero en febrero de este año pensé en hacerlo y, desde ese momento, estoy allí.
Suelo apuntarme a las actividades de fin de semana y al aire libre, que son las que más disfruto. De hecho, la primera vez que fui al voluntariado fue un fin de semana y salí encantada. Me tiré una semana contándole a mi madre las cosas que me habían pasado, porque era increíble y me hizo darme cuenta de muchísimas cosas. Te enseña a valorar de otra forma tu vida y a abrir la mente.
Desde Fundación Másnatur trabajáis mayormente con personas jóvenes con discapacidad y sus familias, ¿el ocio es especialmente necesario en este segmento de la población?
Todas las personas, aunque a unas les cueste más que otras hacer ocio, merecen disfrutarlo de igual manera y relacionarse con otras personas en su tiempo libre.
La Fundación tiene dos grupos, uno de jóvenes que es el más grande y otro de personas más mayores, que también realizan actividades de este tipo. Pero sí, pienso que disfrutar del ocio para las personas jóvenes es especialmente necesario, porque cualquiera lo necesita para estar bien.
Cuando realizáis salidas con la asociación, ¿las barreras, arquitectónicas o de otro tipo, representan un problema real?
Es verdad que ante todo hay muchas barreras físicas, de modo que acceder con una silla de ruedas es muy difícil en muchos sitios. Pero hay que dar gracias porque cada vez se están preparando mejor los espacios para las personas con discapacidad, pues ya hay baños adaptados en casi todos los lugares públicos. Además, he descubierto que también hay muchos deportes que se pueden ajustar a las personas con parálisis cerebral, porque próximamente vamos a ir con la Fundación a hacer patinaje sobre hielo y a esquiar.
¿Crees que la población está concienciada acerca de las necesidades de las personas con parálisis cerebral?
No, porque la gente no suele saber nada sobre este tema en general. Encima es una discapacidad muy amplia porque cada persona tiene sus características, de modo que quizá a una le cuesta más la parte de comunicación y a otra la física o la intelectual.
¿Cómo les puede ayudar la sociedad a que tengan una vida independiente y no sufran discriminación?
Animaría a la gente a hacer voluntariado, a lo mejor no de tener que estar con regularidad en un lugar, pero sí que realizaran actividades con gente con parálisis cerebral. Una vez estás a su lado te das cuenta de que puede que su manera de comunicarse no sea la misma que la tuya, pero que pueden transmitir muchísimo a través de una sonrisa, y eso es increíble. Creo que cualquier persona que dedique un rato a estar con una persona con parálisis cerebral se va a dar cuenta de que no hay nada que temerle a esta discapacidad.
Dentro de las actividades que realizas, ¿has notado alguna brecha de género? Ya sea porque las mujeres con parálisis cerebral sufran más discriminación que los hombres en la misma situación o porque el cuidado de las personas con discapacidad recaiga más en las mujeres de su núcleo familiar.
En las familias normalmente suelen venir padre y madre a traer a sus hijos e hijas, aunque a veces se turnen, pero no he apreciado ninguna diferencia clara por género. Sí que he notado que haciendo voluntariado hay más mujeres que hombres, como ocurre generalmente en el ámbito social.
Pero en el terreno de la discapacidad siento que al final la sociedad las mete directamente en el grupo de personas con discapacidad y no diferencia entre hombres y mujeres. Para mucha gente son simplemente personas con discapacidad, algo que veo mal porque, aunque es cierto que son personas con discapacidad, también son hombres y son mujeres. Pero no he notado ninguna diferencia a nivel de discriminación.
¿Cualquier persona puede ser voluntaria en este campo o es necesaria una formación previa?
No creo que todas las personas puedan hacerlo, porque no solo tienes que tener una actitud hacia el voluntariado sino una aptitud. Al final es algo que se olvida, pero tienes que ser apto. Es verdad que eso se puede conseguir en base al esfuerzo, pero no sé si todo el mundo estaría dispuesto a realizar ese trabajo. Pese a todo, sí que creo que todas las personas deberían probar el voluntariado por lo menos una vez en su vida.
Es más, me gustaría animar a todo el mundo a que le dé una oportunidad. Eso sí, es importante hacerlo por gusto, porque a algunas personas se les nota que vienen sin ganas. Si te vas a presentar a hacer voluntariado, es clave que te lo pases bien. Luego, cuando termines, si no te ha gustado no tienes por qué volver, pero por lo menos disfruta del momento en el que lo estás haciendo. En el voluntariado somos una piña, y si una persona está bien todo el mundo lo está también.