La Inteligencia Artificial (IA) plantea retos, al mismo tiempo que genera nuevas oportunidades en la sociedad actual. Este ha sido el tema en común que se ha abordado durante el encuentro «Conversaciones Humanitarias generadoras de talento» impulsado por la Fundación Cruz Roja Española, que ha reunido a profesionales de la tecnología y personas expertas.
Entre sus principales retos destacan aquellos que tienen relación con los desafíos éticos y morales. Nuria Oliver, doctora en IA por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha recalcado: «Si queremos que este potencial se convierta en una realidad, tenemos que abordar sus limitaciones, como la violación de la privacidad, la estereotipación, la falta de veracidad, los sesgos de los algoritmos, etc».
Regulación y formación
Para mitigar los efectos negativos que pueda tener la IA, Cristina Aranda, impulsora de iniciativas comprometidas con la innovación y cofundadora de Mujeres Tech, propone un control a través de una regulación mundial, así como una formación humanista de los profesionales que trabajan con datos.
«La IA no posee inteligencia emocional. Tiene memoria, pero no trabaja con el recuerdo, que es volver al corazón», ha manifestado Aranda. En este sentido ha incidido en la importancia de que las personas que trabajen con esta tecnología tengan sentido crítico y se cuestionen las aplicaciones que se están desarrollando.
Avances en la salud y la educación
A pesar de las dudas que genera, se plantean buenas oportunidades que podrían mejorar ciertas áreas y aspectos de la vida de las personas. En este sentido, durante el encuentro, destacaron que dentro del sector sanitario, la IA era una buena herramienta para la farmacología, la posibilidad de acelerar el tratamiento de moléculas en vacunas o para predecir curvas pandémicas.
La cofundadora de Mujeres Tech añadió que la IA también puede ayudar a la detección de estado de ánimo en enfermos oncológicos, el acompañamiento a personas en soledad no deseada, la detección de conductas suicidad o de trastornos alimentarios a través de las redes sociales.
Asimismo, en el ámbito de la educación, Nuria Oliver aseguró la posibilidad de tener una «educación personalizada» en el que «cada alumno o alumna pueda aprender al ritmo y con los recursos más adecuados a sus necesidades». También, asegura que podrá ayudar a atender «las diversidades funcionales de la persona (dislexia, hiperactividad…) y dar apoyo a los gestores de la educación».