Gloria Lizano es técnica de igualdad y artista plástica, dos ámbitos que, si bien podrían considerarse lejanos entre sí, ella no los entiende por separado. Estos dos campos los une, además, con su amor por el medio rural, ya que lleva viviendo en él desde hace varios años. Desde 2021, colabora con la ADEMUR en el programa “Cuidándonos para un mundo mejor” como coordinadora de los encuentros que se llevan a cabo entre todas las mujeres rurales de FADEMUR Andalucía. Su objetivo es crear una red de mujeres rurales que se sostengan y apoyen.
¿Desde cuándo es voluntaria en FADEMUR?
Llevo participando con ellas de forma independiente desde 2021, cuando, a través de ADEMUR en Caracabuey, acudía a formaciones y congresos; daba charlas y talleres; sensibilizaba y divulgaba a través del arte…
Llevo muchos años viviendo en zonas rurales y ayudando a las mujeres de allí de una forma y otra y pensé que hacer voluntariado era la mejor forma de acercarme todavía más a ellas. Cuando formas parte de un colectivo así, te sientes apoyada, escuchada, parte de un grupo. Mi objetivo es seguir creando y manteniendo esa red, porque es un apoyo esencial. Se trata de dar la mano para que otras den la mano y, así, vayamos agrandando la red.
¿En qué actividades o proyectos participas?
Aunque intento poner mi granito de arena donde sea necesario, el programa en el que más involucrada estoy ahora mismo es ‘Cuidándonos para un mundo mejor’, cuyo objetivo es conseguir un envejecimiento activo y saludable entre la población rural mayor de 65 años.
Las mujeres rurales tienden a asilarse. Es necesario que salgan de casa, que mantengan una participación activa en el pueblo, que formen parte de la cultura y la sociedad. Deben tener voz y poder decidir. Mi labor es la de organizar y coordinar los encuentros que se realizan de forma virtual entre todas las mujeres de otras asociaciones rurales de Andalucía. De esta manera, me encargo de buscar una sede, un espacio donde reunirnos las mujeres de mi zona, así como de gestionar toda la parte tecnológica. También contacto con las mujeres, las animo a participar, les explico en qué consiste…
Dentro de este programa también participo en la iniciativa “Cuaderno de ejercicios de entrenamiento cognitivo para mayores”, en la que se ofrecen charlas sobre aspectos como los cambios que se producen en nuestro cerebro cuando envejecemos y se llevan a cabo ejercicios en forma de juegos para mantener un correcto funcionamientos cerebral.
¿En qué consisten los encuentros?
Esos encuentros son actividades de intercambio de habilidades y conocimientos para crear conexiones. Una sabe hacer un tipo de croché, otras hacen un licor, otras preparan un plato típico, otras manejan el membrillo… La idea es compartir todo esto, nutrirnos las unas de las otras.
¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan hoy en día las mujeres rurales españolas?
En primer lugar, la desigualdad. En las zonas rurales el machismo es todavía más persistente. Es muy difícil conseguir que las mujeres confíen en nosotras. Uno de los retos más grandes es la titularidad compartida. En toda Córdoba, por ejemplo, solo hay una mujer que la tiene. Te dicen que ellas ya cotizan, que ya ayudan… se conforman; no ven tan importante ser titulares de la tierra ellas también.
Por otro lado, necesitan formación de todo tipo. La tecnológica, por ejemplo, es muy importante, ya que existe una enorme brecha digital. Ellas tienen menos posibilidades de acceder a Internet. Se les enseña a manejar el móvil, las redes sociales, a hacer gestiones administrativas… Hace unos meses, por ejemplo, se impartió un curso sobre cómo reconocer las noticias falsas y los bulos en la red.
Pero también necesitan formación, por ejemplo, sobre empoderamiento. Parece una tontería, pero no lo es. Han vivido siempre a la sombra. Necesitan creerse válidas y dar visibilidad a lo que hacen. De hecho, pronto va a tener lugar un taller de liderazgo.
Otros de los problemas a los que se enfrentan son la desigualdad salarial, la dificultad para acceder a servicios sociales o conseguir ascender, la dificultad para conciliar la vida familiar o la falta de ayudas y apoyo en cuanto a salud mental.
¿Qué es lo más gratificante de tu voluntariado?
Imagínate a una maestra que tiene a 20 criaturas escuchando en clase. Nadie la escucha pero ve a una persona que la atiende. Pues esto, igual. Simplemente por una mujer a la que he podido ayudar, ya merece la pena.
¿Hay algún recuerdo que guarde con especial cariño?
Recuerdo perfectamente una vez que una chica me dijo: “¿Sabes que he escrito un manifiesto para el Ayuntamiento de Córdoba para exigir más sitios de ocio adaptados a jóvenes de 16 años?”. Allí sentí una satisfacción enorme. El tiempo invertido, el esfuerzo, todo merece la pena por detalles, por momentos así.