La persona voluntaria es una escalera para llegar a donde no alcanza la administración. Con su tiempo y su dedicación cada una aporta su granito de arena. La abogada Ángeles García vive así el voluntariado en el programa educativo Promociona en la sede de la Fundación Secretariado Gitano (FSG) de La Línea de la Concepción desde 2022, donde también coordina el voluntariado. Además, celebra entre sonrisas la eficacia de Promociona, ya que prácticamente todo el alumnado finaliza con éxito la ESO y continúa estudiando posteriormente.
¿Cómo empezaste a hacer voluntariado?
Hice el ciclo dual de Formación en Igualdad de Género en 2022 y así conocí el trabajo de la FSG. La Fundación me comentó la existencia de la figura del voluntariado y que necesitaban personas voluntarias para el ámbito educativo. Me interesé, contacté con ellos y me hice voluntaria porque he impartido clases particulares durante diez años. No es mi carrera, pero creo que la formación es el comienzo de todo y hay que empezar desde pequeños.
¿Por qué motivo decidiste hacer voluntariado en el ámbito educativo de la FSG?
La educación empieza por la infancia y la infancia es el futuro. Si de pequeños se les inculca una educación de calidad, ellos tendrán opciones para un empleo digno. Esto es fundamental porque un trabajo dignifica a la persona y, para ello, es necesaria una formación.
Da igual el trabajo del que se trate, pero que cada uno decida a qué quiere dedicarse. Al trabajar accedes a una vivienda digna, a la seguridad social, a la integración y a la dignidad de la persona en general. La educación es la base porque garantiza el resto de derechos. Mismamente, sirve para conocer los derechos fundamentales y cómo defenderlos.
¿Cómo funciona el programa Promociona?
La FSG tiene varios programas, concretamente soy voluntaria en Promociona, orientado al refuerzo educativo integral desde Educación Primaria hasta cuarto de la ESO. No son clases particulares para hacer los deberes sin más, es un acompañamiento al alumnado y a su familia para que los niños continúen con sus estudios para prevenir el abandono escolar.
Posteriormente, los adolescentes pueden seguir con el respaldo de otros programas de la FSG para acompañar a quienes comienzan un ciclo o bachillerato. También de mentoring, es decir, de orientación y acercamiento al mundo laboral.
Hay una coordinación entre nuestra actividad, las familias y las instituciones educativas. Si necesitan reforzar algunas materias, acceso a herramientas de estudio… Es un apoyo integral para impulsar a los menores a continuar estudiando. No es porque sean torpes o no quieran estudiar. Trabajo con niñas y niños muy inteligentes. Solo que esa inteligencia hay que encauzarla hacia el área que más les guste o se les dé bien. Cada uno brilla en algo, solo hay que saber en qué.
¿Por qué son necesarios este tipo de programas educativos?
Son necesarios porque apoya a un colectivo vulnerable. La vulnerabilidad viene por la discriminación y el desconocimiento social hacia las personas gitanas. Pero las personas no son vulnerables durante toda su vida, pueden dejar de serlo con una pequeña ayuda, como la que ofrecemos desde la Fundación.
No todos sufren discriminación y cada situación es totalmente diferente. Hay mucho más detrás. Trabajamos día a día con el alumnado. Más allá de las asignaturas escolares trabajamos de forma transversal la autoestima, el espíritu crítico, las habilidades sociales…
Algunos no tienen acceso a una vivienda digna, otros por la brecha digital, otros no han podido estudiar porque han tenido que trabajar… Las situaciones son muy diversas y cada uno tiene unas necesidades distintas, pero lo que es seguro es que hay evitar la doble victimización de creer que por ser gitanos van a ser discriminados. Incluso, algunas personas gitanas lo creen y lo normalizan. Por eso es muy importante darles a conocer sus derechos. A través de la FSG también se trabaja la discriminación en las aulas.
¿Qué técnica educativa aplicas?
Impulso la motivación; sin duda es lo más importante. Una persona motivada y con autoestima, estudia. Hay que escucharlos y animarlos con lo que están haciendo. Les digo que me encanta estudiar y doy otro enfoque al estudio frente al método educativo tradicional por notas. Trabajo mucho la motivación.
Siempre les decimos que los conflictos existen, pero no son malos ni buenos. El problema es cómo afrontar el conflicto y la actitud. También explicamos que los problemas no existen, existen las soluciones. Siempre entro con una sonrisa y pregunto: ¿Cuántas soluciones tenemos que abordar hoy?
¿Qué te aporta ser voluntaria en la FSG?
Todo. A lo mejor un día estoy cansada o estoy enfadada, pero después de estar con los niños llego a mi casa con la cara cambiada. Puede que yo a ellos les aporto algo, pero ellos me aportan a mí mucho más. Si yo aporto uno, el alumnado me aporta mil.
Hacen todos los deberes, pero necesitan que una persona esté a su lado. En su casa tendrán cariño y los escucharán como en cualquier familia, pero es verdad que todos necesitamos esa afirmación y aceptación social fuera del hogar. Simplemente te sientas a su lado y saben que si necesitan algo pueden contar contigo. Eso les alegra y les da mucha seguridad. Saben que no vengo a cuestionar nada ni tengo prejuicios.
¿Por qué recomiendas hacer voluntariado?
Primero, porque es muy gratificante el ayudar a una persona. Además de gratificante, es formativo. Todos los días aprendo cosas nuevas y me reciclo al impartir las materias.
Tú tienes tu tiempo. Aportas tu sonrisa. Si tienes formación académica, puedes aportar conocimientos. Pero lo que te llevas es la gratificación de que unas niñas y unos niños estén contentos con sus estudios y piensen que estudiar vale para algo.
El voluntariado es altruista y no vale hacerlo pensando en que así yo voy a cambiar la sociedad. La persona voluntaria no cambia nada, la persona voluntaria aporta. Ellos no son pobrecitos y yo no soy la privilegiada que va a cambiar el mundo.