Un “ay… ¡qué pena!” o un “¡oh, qué valiente!”. Estas son dos de las frases que las madres solteras están acostumbradas a escuchar y que, en muchas ocasiones, parten de ideas preconcebidas por romper con el modelo de familia “tradicional”. Pero, como explica Bárbara Cañeque, la realidad abarca mucho más, y comprende multitud de historias que nos invitan a “abrir la mente” y aprender.
Bárbara se acercó a estas mujeres a través de la Asociación Solidaridad con Madres Solteras (ASMS), con la que empezó haciendo unas prácticas. Ahora, como voluntaria, continúa apoyándolas para que, aunque partan de situaciones complicadas —la tasa de riesgo de pobreza de los hogares monomarentales alcanza el 52%, según un estudio del Instituto de las Mujeres—, tengan las mismas oportunidades y encuentren un espacio en el que sentirse escuchadas.
¿Cómo llegaste a la Asociación Solidaridad con Madres Solteras?
Yo he estudiado el grado superior de Promoción de igualdad de género y estaba en busca de prácticas. Un amigo me pasó el contacto de una chica que trabaja en la asociación y me dijo: “Por el nombre, creo que te puede interesar”. Me puse en contacto con ellas y al conocer la asociación y explicarme sus proyectos, me encajó muchísimo. Luego terminé las prácticas y, al haber estado en la asociación, haber conocido a las mamás y haber estado en contacto haciendo talleres y en los proyectos, me apetecía seguir aprendiendo y participando.
Además, lo que se hace me parece importante. Es un tema que sabemos que existe, pero no siempre le damos importancia, y son mujeres que han pasado situaciones difíciles, aunque no siempre. Entonces dije: es un sitio en el que puedo aprender mucho y es una rama que no se me había ocurrido.
¿Cuáles son las tareas que lleváis a cabo en la ASMS?
Tenemos talleres de muchos tipos, sobre todo enfocados en la búsqueda de empleo, a ayudarlas a realizar currículums, cómo pueden salir al mundo laboral (con las circunstancias de cada una)… Les damos ayuda personalizada y, como ahora todo está informatizado, les facilitamos que tengan acceso a internet para enviar sus CV. Hay talleres sobre autoconocimiento, sobre cómo darnos valor como mujeres, cómo poner límites y demás.
También hay un banco de alimentos, donde suele haber muchísimas personas voluntarias, porque es algo para lo que se necesita mucha ayuda, para cargar, descargar, organizar y luego repartir. Hacemos paquetes de comida y los damos cada mes. Tenemos unos pisos de acogida y un centro abierto, que es como un extraescolar: un sitio donde van los niños y niñas de estas mamás por las tardes, se les ayuda a hacer los deberes, se hacen talleres… para que ellas puedan conciliar mejor con sus trabajos.
Y hay un espacio de ocio en el que las madres se juntan, hacen piña, hacen planes… hacen cosas divertidas. Por otra parte, hay una parte de terapia, que lo lleva una psicóloga, el seguimiento con las trabajadoras sociales, etc.
Como has comentado, las circunstancias de cada persona son diferentes, pero ¿cuál suele ser, en términos generales, el punto de partida para las madres que acuden a la asociación?
Las trabajadoras sociales son las que tienen el primer contacto con ellas, pero, por lo que he podido observar, sobre todo es el estar muy perdidas, el sentirse muy solas y el no saber cómo conciliar la vida laboral con estar al cuidado de sus pequeños. Porque al tener que hacer todo ellas, por así decirlo, al tener muy poca ayuda externa, es muy difícil, y a veces, para poder llegar a fin de mes, necesitan trabajar horas de más, por ejemplo. Y lo que pasa en Madrid (y en general) es que todo está muy caro, por lo que también pueden necesitar ayudas económicas o de alimentación, para cubrir esas primeras necesidades. En algunos casos, les hace falta poder tener una vivienda en unas buenas condiciones.
Además, tienen mucha necesidad de sentirse comprendidas. Cuando estás con ellas, ves que necesitan mucho hablar y relacionarse con los demás. Sobre todo, con gente que las entienda.
¿De ahí vuestra iniciativa de proponer actividades de ocio para ellas?
Sí, porque las personas podemos empatizar más o menos, según como seamos, pero, como pasa con todo, hasta que no lo vives es muy difícil llegar a conectar de esa forma. En los talleres que yo he hecho he intentado que sepan la importancia del “vale, sí, soy mamá, tengo que salir adelante y las responsabilidades que tomo las tengo que cumplir, pero también tengo que cuidarme a mí misma, porque para poder transmitirle a mi hijo que estoy bien, tengo que estar bien, tengo que disfrutar”. En todos los proyectos de la asociación, es muy fácil que tú puedas expresar tus emociones y ser tú misma, pero es verdad que el ocio suelta tensión.
Desde tu percepción, ¿crees que todavía a día de hoy se sigue viendo a las familias monomarentales como una realidad “incompleta”, en comparación con la llamada familia “tradicional”?
Sí, porque cuando una mamá dice “estoy yo sola con mis hijos o hijas”, la gente suele decir o bien “ay, pobrecita” o “¡qué mujer tan valiente y guerrera!”. Creo que, como sociedad, seguimos viendo la familia como la “tradicional”, con dos figuras [materna y paterna]. Yo creo que es como todo: siempre que compartes algo con otra persona, se te hace más fácil, porque la carga, tanto la económica como la carga de trabajo con el menor, es a la mitad, pero [en el caso de las familias monomarentales] sí se puede hacer.
Conocemos casos de mamás que son solteras por elección propia, que a lo mejor no han encontrado una persona con la que quieran compartir ese momento vital y han decidido hacerlo solas, y es igual de válido. Y una mujer es fuerte cuando es mamá soltera, pero también es fuerte cuando es mamá con una familia “tradicional”. Y aunque sean familias “tradicionales”, estas no siempre tienen por qué ser perfectas. Cada caso es un mundo y ser madre soltera no significa que no esté bien o que tu hijo o hija no vaya a poder avanzar.
Como sociedad, ¿qué podríamos hacer para dar ese “salto” y dejar de mirar a estas familias sin caer en esa condescendencia?
Es algo que tenemos arraigado a nosotros, muy históricamente, y cuesta mucho cambiar, aunque se ha visto con otros muchos temas que se ha ido evolucionando. Yo creo que hablando sobre ello, dándole visibilidad, sensibilizando a la gente, con situaciones reales… La información es poder, y cuando tienes mucha desinformación tiendes a crearte prejuicios. Pero cuando te dices “¿y si esto no es así?”, tu mente se abre.
Porque es un tema que sabemos que existe, pero apenas tenemos información sobre ello, a no ser que tengas una amiga que sea mamá soltera, por ejemplo. O como me pasó a mí: si no hubiera hecho las prácticas allí a lo mejor nunca hubiese visto la realidad y no hubiese cambiado mi perspectiva. Porque yo también pensaba “qué fuertes” o “qué pena”, pero hay muchas cosas más detrás de cada una de ellas. Hay que conocer y abrir un poco la mente.
Además de ese aprendizaje, ¿hay algo más que te hayas llevado de tu labor como voluntaria? ¿Alguna experiencia que te haya marcado especialmente?
Les estoy muy agradecida. Me han hecho llorar a veces con sus palabras, me han reconocido mucho, ayudado a nivel anímico… Yo era una persona que intentaba no prejuzgar, pero no somos perfectos y hay veces que pensamos cosas, y es normal. Así que me han ayudado, sobre todo con el tema de las madres solteras, a ver más allá y conocer sus historias. Hay muchas que me han marcado, porque son de superación, de todo lo que han tenido que vivir para llegar al punto en el que están… También he visto que el amor por los hijos e hijas a veces es inimaginable, y que sacan fuerzas de donde no las tienen. Y sigo aprendiendo; por eso quería seguir en el voluntariado, porque creo que es una manera distinta de aprender de la gente.
Para finalizar, si hay alguna persona que, leyendo esta entrevista, empieza a profundizar más en el tema, como te pasó a ti, y se plantea colaborar con una asociación de apoyo a madres solteras… ¿qué le dirías?
Si se lo están planteando, que lo hagan. Que se aprende un montón y como persona te ayuda muchísimo. Te llena como persona y conoces nueva gente y situaciones a las que, de otras formas, quizá no te acercarías. Y es importante también que haya gente que haga voluntariado, porque se necesita que nos ayudemos los unos a los otros. Si no, la vida sería mucho más complicada.