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«Los animales requieren una responsabilidad, no son un capricho»

Elena Crimental

La celebración de San Antón pone el foco en el cuidado y protección de los animales de compañía que ya se encuentran presentes en tantísimo hogares españoles. Sin embargo, para muchas personas, esta defensa no está limitada al ámbito de las mascotas y, además, es un eje fundamental de sus vidas.
Montse Crespo, Pacma

Elena Crimental

Montse Crespo tiene claro que los animales «tienen el mismo derecho que las personas a ser respetados”. Precisamente esa “empatía” que lleva sintiendo por ellos “desde pequeñita” es lo que la animó en primer lugar a defender sus derechos, pues considera que están “indefensos”. Esa es la razón por la que decidió, tras años como activista, empezar a formar parte del equipo de voluntariado de Pacma, en el que ya lleva dos años.

¿Cuál es el perfil más frecuente de persona voluntaria en Pacma? Porque según el informe de Ipsos Sensibilización de la población española respecto a los derechos de los animales, las mujeres y los más mayores son los más preocupados por la protección animal.

Es cierto, casi todo el voluntariado de Pacma tiene de 40 años para arriba. Hay algunas personas de 30, pero más jóvenes muy pocas. Creo que, aunque la gente joven tiene empatía, está a otras cosas y no quieren invertir su tiempo en esto porque ya hay otras personas que lo están haciendo. Mientras, quienes ya hemos vivido toda esa etapa de juventud, ahora queremos luchar realmente por aquello en lo que creemos. Creo que van por ahí los datos.

De acuerdo con las cifras recogidas por la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía, la cantidad de mascotas en España ha aumentado en los últimos tres años (un 38% en el caso de los perros, el animal de compañía favorito de los habitantes del país), pero ¿implica esto una mayor concienciación sobre los derechos de los animales?

Sí, porque convivir con animales conlleva que, como le tienes cariño al que está contigo, te intereses más por el resto y te importe su protección. Los miras y piensas: “¿y por qué ellos no?, si son iguales, si sienten de la misma forma”. Por ejemplo, tengo amigos que se han hecho veganos por el cambio climático, pero ellos mismos reconocen que, al no tener animales en casa, no sienten esta empatía o cariño.

Tras las Navidades, muchos de los cachorros que han sido regalados durante las fiestas serán abandonados en los próximos meses. ¿Consideras que es una práctica que ha disminuido con los años?

No, creo que se adoptan más, pero se siguen abandonando muchísimos. Porque, aunque llevamos años concienciado mediante distintas campañas o el reparto de flyers, y hemos insistido en que un animal conlleva una responsabilidad y un gasto económico, la gente los sigue abandonando porque los ven como un capricho. Hay personas que se hacen con uno sin saber lo que conlleva, y luego se libran de él. Así que, pese a la sensibilización, la verdad es que es una situación difícil.

Un estudio de la Fundación Affinity asegura que el 52% de los perros recogidos son adoptados y además un 90% de estas adopciones son exitosas. En Pacma habéis realizado multitud de campañas fomentándola. ¿Crees que se ha conseguido generar una imagen positiva de la adopción?

Considero que todo el mundo está concienciado sobre que hay que adoptar, ya que comprar animales no es ético porque los explotan para que tengan crías, la mayoría están enfermos, las madres están enjauladas y son tratados, en general, como productos. El problema es lo que comentaba antes, que la gente lo ve como un capricho y por eso, aunque saben todo esto, les da igual o no quieren verlo. De hecho, he hablado con muchas personas que directamente te dicen que, si quieren un perro de raza, por qué iban a adoptar. Esto me parece egoísmo, y es muy triste porque encima las protectoras están hasta arriba.

¿De qué manera se relaciona el combate contra el cambio climático con la defensa de los animales? ¿Lo primero ha servido también para sensibilizar sobre la necesidad de protegerlos?

Está más que comprobado que la ganadería intensiva contamina, porque para empezar gasta muchísima agua y mucho terreno de cultivo para alimentar a esos animales de consumo. De ahí que tantas personas que quieren defender el medioambiente se hagan vegetarianas o veganas. Sin embargo, esa decisión no parte, como en otros casos, de la empatía por los animales, por lo que no está siempre relacionado.

Uno de vuestros objetivos principales es la lucha contra la tauromaquia o la caza, ¿la percepción social de estas fiestas o tradiciones ha cambiado con los años y gracias al activismo?

No lo suficiente. Gracias a que siempre estamos concienciando, hay gente que abre los ojos respecto a prácticas como la caza, a la que se oponen cada vez más personas. Aunque en entornos rurales como el mío todavía se transmite a los hijos, por lo que es complicado. También hay quienes se burlan de nuestras reivindicaciones. Pero yo quiero creer que algo está cambiando, pese a que al mismo tiempo veo poco activismo y voluntariado, porque la gente es muy cómoda y, aunque estén de acuerdo contigo, no van a hacer más por apoyar la causa.

En el caso de la tauromaquia, el problema es que hay ciertas festividades que están protegidas como Patrimonio Cultural Inmaterial, de modo que es necesario primero concienciar en los Ayuntamientos. Pero gracias al activismo la gente se da cuenta de lo que sufre un animal. Es lo que hacemos que vean, que se está maltratando a un animal y que no es necesario. Por eso siento que cada vez hay más personas en contra, y eso se nota en que cada vez hay menos público, sobre todo en las corridas. En los encierros no ven tanto el sufrimiento, ahí intentamos concienciar acerca del estrés que pasa el animal, que está horas encerrado en un cajón y cuando lo sueltan se encuentra desorientado.

El año pasado entró en vigor la nueva Ley española de Bienestar Animal, que regulaba desde el abandono hasta las peleas de animales, pasando la venta en tiendas o la explotación en circos. Pero ¿es suficiente o son necesarias más políticas o medidas concretas para protegerlos?

No es suficiente, y esto lo opino a nivel personal, no hablo en nombre de Pacma. En la Comunidad de Madrid, donde resido, no implica ningún cambio respecto a las leyes que ya estaban, aunque sí es importante que sea una cuestión estatal. Lo que ocurre es que los Ayuntamientos siempre han pasado de hacer lo que tienen que hacer, que es cumplir la ley, salvo que hubiese asociaciones metiendo caña.

Por otro lado, la Ley se ha quedado corta por muchas razones. Por poner un ejemplo, están los animales de producción y de trabajo, que no quedan protegidos. Ahí entran los caballos, los ponis, los camellos… que en eventos como las Navidades hemos visto que se han seguido usando en Cabalgatas y Belenes, solo que no podemos hacer nada porque la ley no los protege. Lo mismo ocurre con los perros considerados de caza. Así que imagínate, queda mucho por hacer.

En el compromiso electoral de Pacma se busca la “promoción del voluntariado como herramienta para potenciar la empatía y la solidaridad en la juventud”, ¿de qué maneras crees que participar en un voluntariado es positivo?

Al final te permite compartir espacio con gente con los mismos objetivos, y eso es muy gratificante. De algún modo hace posible que sientas que estás viviendo en ese mundo ideal que perseguimos, y gracias a eso te vuelves más empático. Incluso te hace vegano, porque durante el voluntariado he visto como muchas personas se han animado a dar el paso al estar con nosotros.

Pero ojalá viniera más gente joven. El problema es que no tienen tiempo, y que es muy duro ser voluntario, lo digo sinceramente. En el caso de Pacma, es que estamos todo el día en la calle porque siempre hay algo, entonces hay personas que se cansan, porque no cobramos nada, todo es altruista. Pero bueno, por los animales lo que haga falta.

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