Por Isabel Reviejo
Los Reyes Magos ya están de camino a Oriente, pero hay deseos navideños que todavía se pueden cumplir. Y no nos referimos al juguete de moda o a algún paquete que los tres sabios se hayan dejado en el tintero, sino a algo más valioso: oportunidades para menores y familias que están en riesgo de exclusión.
Es lo que persigue “El árbol de los deseos”, de Accem, campaña en la que ha participado Valeria Povolo, voluntaria de la organización en Vitoria. Italiana llegada a España a principios del pasado octubre, nos cuenta de primera mano cómo la iniciativa contribuye a la integración y cómo esta puede traducirse en un enriquecimiento cultural que beneficia a toda la sociedad. Porque, aunque la semilla se siembra en Navidad, ahora continúa el trabajo para que los deseos de las personas en situación de vulnerabilidad se hagan realidad.
La Navidad suele ser una época que asociamos con la ilusión, especialmente para la infancia. ¿Cuáles dirías que son los deseos que aparecen en las listas de menores en riesgo de exclusión?
Esto es algo que nos puede hacer pensar mucho, porque normalmente nos parece que los niños y niñas quieren juguetes, pero muchos de los que están en Accem piden, por ejemplo, aprender el idioma [del lugar en el que viven] para poder jugar con sus amigos en el colegio, tener una casa o que su familia tenga comida siempre. Creo que es algo que nos puede hacer reflexionar sobre nuestros deseos también. Y a través de la campaña “El árbol de los deseos” es posible sensibilizarnos más en este tema.
¿Nos podrías explicar en qué consiste esta iniciativa?
Es una campaña solidaria de Accem en toda España que tiene como objetivo ofrecer ayuda a personas vulnerables o en riesgo de exclusión social, con una atención en particular a menores refugiados y refugiadas, para que puedan cumplir sus deseos. Es decir: durante el periodo de la Navidad, normalmente, lo que todo el mundo quiere, y en particular, los niños, es pasar tiempo en familia, jugar… Es lo mismo para los niños y niñas refugiadas, que desean pasar así estos momentos de felicidad y alegría.
Con esta campaña, queremos cumplir sus deseos gracias a donaciones destinadas a contribuir con materiales, actividades didácticas y lúdicas para los niños y niñas, de apoyo escolar, de ayuda con el tema del idioma, para facilitar su integración… Y no solo para la infancia, sino para todas sus familias, con el tema del trabajo, de inserción a la vida laboral, el idioma de las personas adultas… A través de esta campaña, todas las personas pueden involucrarse en estos aspectos y ayudar.
Durante las Navidades, cuando se ha desarrollado la campaña, nos encontramos con imágenes que nos muestran cosas como calles repletas de gente haciendo compras, familias abriendo numerosos paquetes de regalos… Pero, por otra parte, uno de cada tres niños y niñas en España se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión, según Eurostat, y este es el tercer país de la Unión Europea (UE) en el que este problema está más agravado. ¿Estamos lo suficientemente concienciados sobre esta realidad?
Creo que siempre podemos aprender algo y reflexionar desde nuestra posición. Y, a través de estas campañas, cambiar realmente nuestra manera de pensar y hacer cosas concretas. Por ejemplo, en Vitoria, fuimos a un centro comercial en los últimos días del año, para sensibilizar sobre este tema, y ha sido muy efectivo. Toda la gente que estaba haciendo las compras allí podía tomarse un momento y reflexionar sobre lo que estaban haciendo. Y aunque esta campaña tiene como símbolo el árbol, es algo que va a continuar después de Navidad: es un esfuerzo continuo por nuestra parte y por parte de todos.
Ahora, ¿cómo vais a trabajar para materializar esos deseos y que se conviertan en oportunidades?
Aquí, en nuestra sede, yo soy responsable de momento de la actividad de apoyo escolar para los niños y las niñas, que es algo que ya estamos haciendo, pero queremos implementar también talleres de ocio; ofrecer actividades de ocio o medios para que los niños tengan la posibilidad de jugar.
Creo que es muy importante también dar visibilidad a todas las familias que necesitan apoyo para la integración de los niños en el colegio, porque con el tema del idioma es muy difícil. Y aquí, en el País Vasco, más que en otros lugares, porque los niños también tienen que aprender euskera para ir al colegio, y es algo en lo que hay que trabajar.
Vamos a hacer una reunión con los padres y las madres para ver cómo podemos implementar los servicios, porque creo que también es importante preguntarles qué es lo que quieren, lo que necesitan más, y valorar qué es lo que podemos hacer juntos en este sentido.
Además de las dificultades que implica el no dominar la lengua del lugar en el que se vive, ¿hay algún aspecto que sea especialmente complicado?
La posibilidad de integrarse con sus compañeros y compañeras, en el sentido de que a veces tienen dificultades para sentirse parte de una clase. Lo que queremos hacer aquí es trabajar con el profesorado, por ejemplo. Los trabajadores sociales podrían hacer reuniones de seguimiento con los padres, madres y el alumnado para ver cómo se encuentran en las clases y qué podemos hacer para ayudarles más.
¿Por qué decidiste enfocar tu voluntariado en las personas migrantes o en riesgo de exclusión?
Por estudiar Antropología. Me interesa mucho la temática de la diversidad y la integración. Creo que la diversidad es un valor que puede enriquecernos: conociendo a otras personas, otras culturas y otras maneras de pensar podemos cambiar la nuestra y mejorarla. Y esto es posible a través de las asociaciones que trabajan en estos aspectos: no solo que las personas se integren en el país de acogida, sino que también el país de acogida pueda quedarse con algo de estas personas. A veces pensamos que la integración es un problema, pero en realidad, es algo que puede enriquecer nuestra cultura.
Estamos en el primer mes del año, que mucha gente aprovecha para plantearse nuevos propósitos. ¿Qué les dirías a aquellas personas que se han marcado como objetivo para este año empezar a colaborar en tareas de voluntariado?
Yo creo que es un buen propósito. Es una actividad que te da mucho, porque yo cada día aprendo cosas nuevas y siento que estoy creciendo como persona a través de esta experiencia. Y no solo para personas jóvenes, sino para todos: creo que es una experiencia fundamental para aprender cosas nuevas y para meterse en una realidad diferente.