Nuestra sensibilidad como seres humanos nos impulsa a proporcionar confort físico, emocional y espiritual para aliviar el sufrimiento. Este impulso ha estado presente a lo largo de la historia. Sin embargo, también es evidente que algunas personas, a pesar de recibir este apoyo, no logran avanzar en la recuperación y permanecen atrapadas en su conversación de dolor.
¿Qué sucede en estos casos? ¿Por qué hay quienes parecen incapaces de dejar atrás el sufrimiento y avanzar hacia la sanación cuando nada lo impide? Veamos algunas razones. Algunas personas pueden obtener bienes indirectos de su enfermedad, como atención, compasión, o exenciones de ciertas responsabilidades, lo que puede hacer que inconscientemente no quieran mejorar. El miedo es otra explicación. Sanar implica un cambio en la vida y rutina de una persona, esto puede ser aterrador, especialmente si la enfermedad ha estado presente durante mucho tiempo y se ha convertido en parte de la identidad.
La desconfianza en el tratamiento también puede influir, no confiar en las figuras profesionales, en los tratamientos o en la medicina en general. Esta desconfianza puede estar basada en experiencias pasadas o en influencias culturales. Por otra parte, la depresión y la desesperanza pueden hacer que una persona sienta que la recuperación es imposible o que no vale la pena, la falta de motivación y energía puede ser una barrera significativa para la recuperación.
La pregunta es qué se puede hacer en caso de que nos toque de cerca esta situación. Creo que la clave es ofrecer la misma atención y cariño cuando la persona afectada realiza actividades que promuevan su salud, esto puede incluir elogiar sus esfuerzos por mejorar, celebrar pequeños logros en su recuperación, demostrar afecto y apoyo en momentos en que están participando en actividades saludables. Involucrarla en la toma de decisiones sobre su tratamiento y proporcionar oportunidades para que se sientan útiles y valoradas fuera del contexto de su enfermedad. En todo caso, es importante ceñirse a las recomendaciones del equipo interdisciplinario de salud y no dejar de reportar las novedades que observa quien cuida a quien no desea sanar.