Por Elena García Quevedo
«Yo tengo un sueño», dijo Martin Luther King en aquel mítico discurso que decidió la historia norteamericana y, probablemente, del mundo. Hoy, como entonces, estamos asistiendo a un momento histórico en el que, tal vez, es imprescindible recordar la voz de aquel hombre. Eso he pensado tras conversar de manera extraoficial con David Cantero, director de Médicos sin Fronteras en los territorios palestinos. “Después de esto nada volverá a ser lo mismo. Ni Gaza será la misma, ni Israel será el mismo, ni Europa será la misma; el mundo jamás será el mismo«, me ha dicho vía telefónica tras una jornada abrumadora, un día después de que las bombas acabaran con la vida de 500 personas en un hospital de Gaza. Una semana después de que el mundo sintiera escalofríos por lo ocurrido a los jóvenes israelíes en una fiesta.
Agotado, David, se emociona. “Basta. Por favor, basta. Paz”. Cuelgo el teléfono y sigo escuchando su voz, pero ahora soy yo misma quien digo: Basta. Por favor, paz.
Hoy los muertos son miles, toda familia en Israel tiene alguien que ha sido llamado a filas y dos millones de personas están atrapadas bajo las bombas sin luz ni víveres en Gaza. Las madres de Palestina e Israel lloran y tiemblan ante lo terrible y ante lo que parece el principio de algo más terrible aún.
Escribo esta columna tras ver como en Europa, en el mundo, hay manifestaciones multitudinarias en defensa de Palestina.
Cuando, ya serena, echo la vista atrás me doy cuenta de que a mi mente llegan las voces de quienes dieron sus vidas y sus sueños para que pudiéramos creer que lo imposible es viable si se cree en ello. “Yo tengo un sueño, dijo Martin Luther King: Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera la necesidad de soñarlas”. Recuerdo la -tal vez- más famosa frase de Nelson Mandela: «Lo heroico es hacer la paz». Recuerdo la voz de Gandhi: «Sé el cambio que quieres en el mundo».
Abrumada, yo hoy me permito tener también un sueño: Que el mundo crea en la paz y la construya, que los ciudadanos palestinos e israelíes puedan y quieran decir basta y, juntos, entretejan un mundo nuevo; que cada persona allá donde esté sea paz y, yo contigo y tú conmigo, juntos consigamos ser, como dijo Gandhi, el mismo cambio.