«Con la mediación escolar ayudamos a la infancia vulnerable a sentirse libre»

Irene Ortiz

Lorena García es voluntaria en la organización Humanitarios Sin Fronteras y forma parte del Proyecto Absentismo-Mediación que imparten en centros educativos de barrios vulnerables de Roquetas de Mar.
Lorena García (en el centro) junto con sus compañeros del voluntariado en las aulas

No todas las personas tienen las mismas oportunidades y muchas veces la infancia es la que más sufre las consecuencias. Evitar que su futuro quede marcado por los entornos familiares y conflictos de diversidad cultural sin gestionar es una meta que Lorena García se ha propuesto alcanzar. Hace unos meses comenzó, junto a su equipo de voluntariado de Humanitarios Sin Fronteras, un proyecto de Absentismo-Mediación en varios centros educativos de barrios marginales de Roquetas de Mar, como es el caso del CEIP Juan de Orea en Las 200 viviendas. El objetivo de esta iniciativa es el de potenciar la integración y adaptación de la enseñanza a las necesidades de un alumnado en riesgo de exclusión social.

Haces voluntariado en varios colegios del barrio de Las 200 viviendas de Roquetas de Mar, uno de los barrios más vulnerables y conflictivos del municipio. ¿En qué consiste la tarea voluntaria que llevas a cabo?

Lo que estamos llevando a cabo son Proyectos de Absentismo-Mediación, es decir, trabajamos la mediación en las aulas enfocándonos en la resolución de conflictos, diversidad cultural… Estamos trabajando con algunos grupos de colegios de la zona y, por ejemplo, en el caso del CEIP Juan de Orea trabajamos con 1º de Primaria, 2º de Primaria y 6º de Primaria.

Teniendo en cuenta que son menores de etnias muy dispares entre sí y que culturalmente son muy diferentes, ¿cómo es la enseñanza? ¿Es difícil?

Al principio sí, sobre todo los primeros días cuando empezamos a conocerlos y tal… al final se hace un poco difícil romper la barrera. Pero yo creo que no tiene nada que ver con la diversidad cultural que hay en el aula, sino con el aula en sí. Al final son niños muy pequeños, y es algo difícil.

Con el tema de la diversidad sí que es verdad que nos hemos encontrado conflictos con el tema de idiomas, de la comunicación… que quizás hay problemas que llegan a escalar a más porque no existe una buena comunicación, pero se puede lograr sobre todo con paciencia y también mediante juegos. No pretendemos enseñarles nada directamente, sino que es como un espacio en el que ellos pueden aprender y sentirse bien, libres y ayudarnos también a nosotros a crecer.

¿Podrías poner algún ejemplo de algún juego o actividad que hayas realizado?

Hacemos actividades y juegos diferentes acorde a cada clase, adaptándonos a las edades. Con los de 6º de Primaria, por ejemplo, hicimos una dinámica en la que, por grupos, tenían que crear una historia en la que desarrollaran sus personajes, el mundo, la historia… para luego representarla. De esta forma, podían salir de forma orgánica problemas que tuvieran.

Con las clases de 2º, trabajamos más a modo de preguntas y juegos, de un modo como más «rápido» y sencillo. El otro día por ejemplo estuvimos trabajando de cara a las vacaciones de Semana Santa la diversidad cultural en la religión. Estuvimos haciendo preguntas a modo trivial, también por equipos, sobre cuestiones religiosas.

¿Se resisten a algún tipo de actividad?

No, son muy muy participativos. De hecho, incluso puede que los problemas a los que nos hayamos enfrentado más veces hayan sido con que todos quieren participar.

¿Qué valores crees que son los más complicados de integrar?

Pues yo creo que, sobre todo en las clases de 6º, de los más mayores, es muy difícil que acaben integrando o que entiendan el tema del conflicto directo. Es decir, al final son adolescentes y están en una edad en la que cualquier cosa es un mundo para ellos. Entonces nacen más conflictos de manera natural. Yo creo que es más por la edad que por que sea un conflicto real.

¿Notas que exista discriminación o racismo entre el alumnado?

No, entre el alumnado no lo noto. Sí que es verdad que muchas veces te cuentan cosas que les pasan, pero a lo mejor son o con alumnos de otras clases o con gente de fuera, pero no tanto entre ellos, es decir, no dentro del aula.

Muchas veces los problemas nacen desde los núcleos familiares. Al llegar a casa, ¿crees que lo aprendido en la escuela y, en este caso en vuestro voluntariado, permanece?

Pues espero y creo que sí. Sobre todo porque se nota la diferencia. Es verdad que las primeras semanas o los primeros días —vamos una hora a la semana— puede ser que pienses: «Bah, no está sirviendo de nada… Llego un día, me encuentro con un problema y a la semana siguiente me encuentro con el mismo». Pero, sí miras en perspectiva ahora que estamos ya en abril, cómo eran esas clases y los problemas a los que nos enfrentábamos a principios de enero, sí que se nota la diferencia. Así que yo creo que se llevan gran parte de lo que hacemos en el aula a su casa.

¿También trabajáis la integración y mediación con las familias?

Nosotros en este caso no, porque estamos trabajando en el aula problemas que tienen allí. Por eso también lo que decía antes de que muchas veces te cuentan problemas que tienen con otras clases o que tienen fuera, y eso nosotros lo dejamos más a parte. Nosotros trabajamos con los niños que son los que tenemos en las aulas. Yo no puedo decirles que actúen de cierta manera si la persona de la que versa el conflicto no la conozco y no puedo saber cuál es su opinión, cuál es su punto de vista… Entonces en este caso no.

Ahora bien, en relación al tema del absentismo, sí que lo hemos trabajado en otros colegios con los padres directamente, porque es un problema que se puede hablar con los menores, pero al final, la mayoría de niños faltan a clase porque hay muchos problemas que vienen de atrás; así que hablamos con los padres y tenemos charlas con ellos. Ahora vamos a empezar otra ronda de este proyecto de absentismo en los colegios de la zona.

Imagino que habrá unos días que son más duros y otros menos, pero, ¿con qué sensación te vuelves a casa después de haber realizado tu tarea?

Siempre es buena. Es verdad que hay días que son más difíciles y hay días que sales y piensas «buah, hoy quizás no he hecho nada» o «no se han quedado con lo que tenía previsto», pero te dura cinco minutos. Luego en verdad lo piensas y… Lo que pasa con este tipo de intervención es que tú tienes que estar dispuesto a estar todo el rato cambiando lo que tú traías de casa. Es decir, nosotros tenemos nuestras actividades preparadas, llegamos con una planificación semanal o mensual, pero yo no sé cuál es la situación con la que me voy a encontrar en el colegio.

Hubo un día, por ejemplo, el Día de Andalucía, estábamos trabajando superbién con los niños y de repente, se rompió la dinámica porque tenían que bajar a por el desayuno. Pues eso es un imprevisto que te encuentras en el momento, que no puedes planificar y que hace que la dinámica cambie. Es verdad que ya, a partir de ahí, fue un día más duro de trabajar.

Pero, al final del día, solo te llevas cosas buenas porque se nota un cambio. Además, trabajar con menores es súper agradecido porque siempre antes de irte te dan abrazos, te dan besos, dibujos… Entonces sí que te das cuenta que estás dejando una huella.

Y al igual que aprenden de ti… ¿Qué aprendizaje te llevas tú de todo esto?

Pues muchísimas cosas, entre ellas mucha paciencia. También todo lo que te transmiten los niños es un aprendizaje en sí mismo. Sobre todo he aprendido a relativizar las cosas, porque de repente te encuentras con que estás teniendo un problema que es ínfimo en relación a cosas que te cuentan ellos y… Al final es lo que te digo, desarrollas la paciencia y aprendes a relativizar. Los más pequeños siempre te dan otro punto de vista y es algo tan delicado y dulce que lo llevas en ti directamente.

¿Por qué decidiste hacer este tipo de voluntariado?

Desde Humanitarios Sin Fronteras que somos los que trabajamos aquí, luchamos por la transformación del mundo y la integración social y abogamos por las personas más vulnerables, sobre todo las mujeres y la infancia. Desde hace ya unos años, para mí sentir que podía ayudar a cualquier persona que se acercase por aquí es súper gratificante. Hay veces que piensas «nadie se ha puesto a trabajar sobre eso» y el saber que existe ese problema y que está ahí te hace tener ganas de trabajar con ellos y de decir: «vale, voy a aportar mi granito de arena para que estos niños puedan tener una vida mejor».

Entonces, ¿dirías que merece la pena?

¡Claro que merece la pena, este voluntariado y cualquiera! Te ayuda a crecer muchísimo de forma personal y profesional. El voluntariado es algo muy importante que te otorga otra perspectiva de la vida. Cada uno trabajamos, estudiamos, hacemos lo que sea, pero estar ahí con las personas y ayudarlas te da otro punto de vista totalmente diferente de por qué estás haciendo eso. O sea es como vale, hay un trabajo de oficina, de papeles, de escribir y redactar, pero tiene su recompensa que es ver cómo estás cambiando algo en la vida de otras personas.

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