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«El arte puede tener una función de mejora en la vida de las personas»

Alejandro López

Como voluntario en Believe in Art, Andrés Anadón coordina la elaboración de murales y todo tipo de obras artísticas en hospitales. Sustituyen la frialdad de estos espacios por el color y el talento de artistas. Su conocimiento sobre el arte y la salud lo comparte en centros educativos a través del proyecto “Ole mi cole”.
Andrés Anadón, voluntario en Believe in Art

La salud y el arte son dos mundos que, para algunas personas, estarán en las antípodas. Para otras, como Andrés Anadón, sus diferencias son precisamente lo que los hace complementarios. A través de su voluntariado en la asociación Believe in Art, Andrés colabora en la humanización de los hospitales y busca que artistas de todo tipo, a punta de pincel o brocha, mejoren el bienestar de sus pacientes.

¿Por qué decides ser voluntario en una asociación tan orientada al arte?

Hay principalmente dos razones. Por un lado, me enamoré del proyecto porque creo que tiene mucho sentido y porque da apoyo a un lugar que solemos recordar con especial frialdad. Y, por otro lado, porque es un proyecto de la tierra y muy cercano. Haciendo voluntariado ahí sentía que iba a ver el impacto de mi colaboración.

Es cierto que solemos recordar los hospitales como lugares fríos. ¿Crees que son espacios, hasta cierto punto, deshumanizados?

Sí, totalmente. Se trata de un espacio muy definido por su función, que es lógico. Pero por eso mismo el arte es el aliado perfecto para modificarlos. Puedes enriquecer ese entorno sin hacerlo más complejo ni que dificulte la labor de sus especialistas.

¿Hay algún estilo artístico concreto que se ajuste mejor a esa labor de humanizar hospitales?

Esto es de lo más desconocido en general, y donde reside gran parte de la riqueza de Believe in Art: la capacidad de seleccionar a los artistas más adecuados para cada espacio. Es lo que se llama labor de comisariado, de lo que se encarga la gente que diseña exposiciones en museos y demás.

Y esto mismo lo hacemos en hospitales: historiadores de arte o expertos eligen el tipo de obra que más va a ayudar a crear una atmósfera que encaje con lo que nos demandan los especialistas del centro y los pacientes de esa zona. No es lo mismo intervenir una sala de espera donde hay tedio o aburrimiento, que un quirófano o la zona de neonatos. Para cada una de esas secciones se elige un estilo que encaje con la atmósfera y un artista que pueda conectar con todo.

Esa es una de las partes clave de la asociación a la hora de intervenir un espacio público. Y también es la clave de que funcione o no. Todo comienza con un estudio del área que se va a intervenir.

¿Cómo se desarrolla esa búsqueda para dar con la persona adecuada?

Ahora que ya llevamos 11 años de proyecto, la mayoría de gente que lo forman está relacionada con el mundo del arte, el comisariado, los museos… y hay una red bastante nutrida de colaboradores. Por un lado, de las redes de artistas hemos favorecido los que son más locales o regionales, pero también hemos recibido solicitudes de distintos artistas a los que les encanta el proyecto. Cuando un área encaja con el estilo y su propuesta, intentamos que suceda.

¿Qué relación existe entre el arte y la salud? ¿Crees que un mural o una pieza artística puede tener algún impacto en la salud de una persona?

Yo sí lo creo, y estamos tratando de intentar cuantificarlo. En otros países nos llevan ventaja en este tema y hay estudios que ya lo avalan… pero queremos contar con el apoyo de cifras que demuestren lo que vemos a diario. En general, dar más tranquilidad a los pacientes, generar un ambiente distendido… Este proyecto pone de relieve que el arte puede tener una función de mejora de los entornos y en la vida de las personas.

¿Has podido presenciar de primera mano las reacciones de los pacientes o los efectos positivos de vuestro arte?

He podido observar la reacción de los profesionales de la salud que están ahí. Después de hacer una intervención en las escaleras de un hospital infantil, el personal de secretaría nos dijo que desde entonces la gente cogía menos el ascensor. A veces también hacemos talleres artísticos con ellos en una zona que tienen… similar a un colegio. Después de acabar, me chocó bastante que uno de los pacientes le dijese a sus padres: ‘Cuando salgamos de aquí quiero ir al museo’. Te imaginas que lo que quieren es salir y jugar al fútbol o cualquier otra cosa, pero había tenido una conexión con esta área. Fue muy chulo.

Hablando ahora de tu proyecto “Ole mi cole”, donde explicáis en colegios vuestra labor y creáis con el alumnado murales para hospitales… ¿cómo es el proceso de diseño?

Nosotros trabajamos con los alumnos de un colegio para el diseño de una intervención en el centro de salud que está asociado a su zona. Se les explica lo que hacemos y el concepto de arte-salud que, si bien al principio les parece un poco extraño, lo captan súper rápido y enseguida se desinhiben. Luego lo trabajan en equipos de unos tres o cuatro alumnos y preparan sus propuestas. Este proyecto lo llevamos de la mano de alguno de los artistas que colaboran con nosotros, y les vamos dando indicaciones para mejorar sus propuestas, señalarles temas que quizás no tienen sentido o pueden ser problemáticos en un espacio público.

Finalmente hacen una defensa de su idea y convencernos de que es la más apropiada para el centro de salud. Esa propuesta que sale ganadora es adaptada por el artista manteniendo el carácter y los elementos que han propuesto los niños. Estos mismos alumnos como parte del premio de haber participado pueden venir una de las mañanas a intervenir en esa área.

¿Recuerdas alguna anécdota en colegios que te haya sorprendido?

El año pasado que intervenimos en un centro de salud, uno de los chavales después de estar haciéndola dijo: “Cuando tenga 80 años vendré aquí a enseñárselo a mis nietos”. Y era un niño de sexto de primaria.

Otras veces son los profesores los que nos dicen que algunos de los alumnos que menos atención prestan en clase y menos se involucran se han dedicado a tope en el proyecto y hacen propuestas muy innovadoras. Hay diferentes niveles de implicación, pero a los que la experiencia les resuena mucho… trabajan un montón. Este año uno de los equipos vino disfrazado de la temática que habían propuesto.

¿Y qué retos encuentras en este proceso con alumnado tan jóvenes?

El mayor reto que yo veo en estos niños es que tienen miedo a dibujar. Quieren hacerlo todo muy correcto e intentan hacer cosas que… no estén mal. El cielo azul, el sol amarillo, el elefante gris… a veces hay que empujarles a que den rienda suelta a su creatividad y que se atrevan a experimentar.

Al estar en el marco del colegio, están acostumbrados a aprender de una manera determinada y dar las respuestas correctas. En el mundo del arte no es exactamente así y se les ve un poco perdido a veces.

En tu caso también has animado obras de artistas, les has dado vida de una forma diferente. ¿Cómo enfocas la animación de otros murales?

Esto lo hicimos por el décimo aniversario y el objetivo era dar visibilidad a algunas de las intervenciones. Intenté reforzar el mensaje que ya estaba implícito en la obra a través de imágenes en movimiento, respetando la intención, las texturas y las técnicas. También se muestra que el estilo del artista se adapta y cambia con el tipo de área que se interviene. Las obras eran muy diferentes: unas son vinilo sobre cristal, otras usan un fondo acuático, otras más minimalistas…

¿Qué te ha aportado a nivel personal toda esta experiencia como voluntario?

Por un lado, conocer un montón de gente maravillosa y ver lo que cada uno se lleva de esta experiencia. Cada proyecto que hacemos me demuestra que hay mucho que hacer, pero que vamos en el camino correcto.

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