La necesidad de dar un paso más en su labor como voluntario de la Fundación Vicente Ferrer, fue lo que llevó a Christian Jongeneel, nadador profesional de aguas abiertas, a crear, junto a dos de sus compañeros, Brazadas Solidarias. El proyecto vincula la natación con el voluntariado de cooperación al desarrollo, una fusión de las dos fundaciones que cuenta con una trayectoria de 15 años.
¿Qué te llevó a dar el paso para crear Brazadas Solidarias?
Yo siempre veía que la labor de voluntariado en la Fundación Vicente Ferrer era a través, por ejemplo, de la organización de mercadillos solidarios, donde se vendían artículos de artesanía realizados por personas de la India, especialmente por mujeres con discapacidad. Pero esto no me convencía del todo, y sobre todo el perfil de persona voluntaria que yo veía de mujer mayor de 60 años. ¿Dónde estaba la gente joven o los hombres? Pensando un poco en eso, en que éramos deportistas, vimos una oportunidad haciendo algo que nos gustaba. Además, una vez estaba realizando una de mis travesías y vi nadadores de otras partes del mundo que llevaban con ellos una causa o proyecto.
Una de las cosas que organizáis desde Brazadas Solidarias son las travesías por casi toda España. ¿Cómo son esas jornadas?
Hay gente que viene a competir y a ganar, pero otra mucha viene a pasar un día en familia, a reencontrase con sus amistades y, sobre todo, a conseguir que su inscripción a la competición sirva de ayuda a los proyectos de desarrollo en la India a los que se conecta directamente la actividad. A veces, incluso, hay un componente de superación personal de gente que entrena durante todo el año para enfrentarse a esta prueba.
Otro de los componentes importantes es el contacto con el medio marino. ¿Qué valores tratáis de inculcar en las travesías?
Pues sí, tenemos mucha visión en el medio ambiente, en la protección y respeto del medio. Muchas veces digo que conocer es querer e intentamos que la gente se sienta útil con algo que le haga sentir bien.
Desde su fundación en 2009, Brazadas Solidarias apoya el plan de desarrollo de la Fundación Vicente Ferrer en el área de Anantapur, en India. ¿A qué proyectos os enfocáis?
Los pilares de la fundación son la educación, la mujer, la sanidad y el medioambiente. También hemos trabajado mucho con el deporte. Cuando todavía se les estaba dando packs nutricionales a las familias, se trabajaba con el deporte, por ejemplo para que las mujeres también pudieran realizarlo. Recientemente hemos tratado proyectos para personas con discapacidad, como su integración social y laboral o el acceso a la vivienda. Las personas con discapacidad en la India no están bien vistas, para las familias es como si no existieran, no cuentan con quienes nacen con ella. En Brazadas Solidarias también lo tenemos en cuenta, hay muchas personas que vienen a nadar y que tienen movilidad reducida o discapacidad.
Dentro de la discapacidad, ¿qué cambios has podido observar desde hace algunos años hasta ahora?
Antes las personas con discapacidad no participaban de nada, ahora por ejemplo llegan unos niños que han conseguido una medalla en alguna competición deportiva y se les hace una fiesta. Otras cosas como los matrimonios concertados de las mujeres no avanzan, tienen «peores» matrimonios por su discapacidad. Hay que trabajar muchos años en estos lugares para que poco a poco se vayan transformando, el deporte por ejemplo puede acelerar estos casos. Las personas también ven los cambios que se producen en su pueblo y hay otros pueblos que nos buscan porque también quieren esa transformación.
¿Cuáles son las vías de acción con las que contáis en la fundación?
Tenemos un total de tres vías, las travesías, los retos en aguas abiertas y luego creo que la más importante es la de las charlas de sensibilización sobre los valores del deporte y sobre la realidad social de la India. Vamos mucho por colegios, equipos deportivos o federaciones de natación.
En un principio, Brazadas Solidarias se creó para que un tipo de perfil de voluntariado, como son las personas jóvenes, tuviera un lugar en el que poder desarrollar su acción voluntaria. ¿Cómo ha sido la respuesta de la juventud?
Tenemos mucha gente joven que se une a las travesías, no solo como participantes a nado, también a nivel de organización de los eventos e, incluso, jóvenes que acompañan a quienes compiten con canoas dando ánimos. Toda la recaudación de la inscripción de las personas participantes tratamos que vaya íntegramente a los proyectos de desarrollo y que, a través de convenios o patrocinios el coste de organización sea cero.
¿Qué crees que le aporta a las personas participantes la experiencia?
Eso se tiene que trabajar mucho, cuando empezábamos había personas que ni siquiera sabían que se trataba de algo solidario, aunque llegásemos con carteles en los que ponía Brazadas Solidarias. Ha sido a través del tiempo. Sobre la experiencia de quien participa, creo que por el tipo de evento solidario marca mucho más a un perfil de mujer.
¿Cómo podrían las personas ser más conscientes de la ayuda que prestan con este tipo de iniciativas?
Bueno, pues nosotros intentamos ir mínimo dos veces al año a la India a ver el estado de los proyectos. Hemos realizado desde potabilizadoras, colegios, trabajar con mujeres o con niños con discapacidad y, entonces, cuando los proyectos están más desarrollados, tomamos imágenes que luego compartimos con las personas que han participado. Al final eso también gusta mucho.