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«El reto principal es reducir la desigualdad y la pobreza en el país»

En el marco del Día Nacional del Tercer Sector (9 de octubre), el presidente de la Plataforma del Tercer Sector, Luciano Poyato, acerca la situación actual que viven tanto las entidades del Tercer Sector como la ciudadanía. Habla de voluntariado y de los retos que se plantean para hacer frente a los contextos de crisis que envuelven a la sociedad del momento.
Luciano Poyato, presidente de la Plataforma del Tercer Sector

Por Irene Ortiz

De talante diplomático y serio, aunque cercano y amistoso, Luciano Poyato persigue, desde hace años, el reto de conseguir una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas. No dejar a nadie atrás. Aunque estudió Ingeniería Agrícola, sus pasos le han llevado a ser presidente de UNAD, la Red de Atención a las Adicciones; presidente de la Plataforma del Voluntariado de España y presidente de la Plataforma del Tercer Sector, en ese orden. En sus inicios en la Asociación «La Huertecica», pionera en el tratamiento de la heroína en la Región de Murcia (años 1986-1987), se dio cuenta de la difícil situación en la que viven multitud de personas y, desde entonces, se alejó de la ilusión por manipular el cultivo de plantas, para perseguir la ilusión de ayudar a personas en riesgo de exclusión.

Para quien todavía no la conoce… ¿Qué es la Plataforma del Tercer Sector?

La Plataforma del Tercer Sector nace respetando la identidad de cada una de las entidades socias. Nace para ir un poco más allá del acompañamiento a las personas más vulnerables y de la atención a las mismas. También para defender los derechos sociales, económicos y culturales de la población más vulnerable y en riesgo de exclusión, sobre todo.

En la Plataforma del Tercer Sector lo que reivindicamos es una interlocución estable con los gobiernos para poder proponer y demandar instrumentos que favorezcan la inclusión de los más excluidos. En 2015 conseguimos la Ley del Tercer Sector, dónde se define jurídicamente qué es el Tercer Sector, algo muy importante porque si no te definen es complicado que te identifiquen.

¿Cómo percibe la situación de la sociedad civil en este momento?

La del Tercer Sector la percibo como algo que está madurando. Es un movimiento muy joven -llevamos 11 años-. El hecho de tener una voz unitaria de manera conjunta no es fácil. La percibo como algo que sigue consolidándose y que sigue aumentando en legitimidad.

Se habla del Tercer Sector en todos los gobiernos autonómicos, en el parlamento español y poco a poco nos van viendo como un agente que propone, denuncia y que provoca cambios.

En realidad, tenemos una laguna de cómo nos perciben. Por parte de la ciudadanía sí que conocen a las organizaciones individualmente, pero lo que es el Tercer Sector todavía no se sabe lo que es. Tenemos que comunicarlo mejor. No se trata solamente de acompañamiento y de paliar el sufrimiento, o de provocar mecanismos de inserción laboral o de dignificar la vida, sino que todas las organizaciones unidas seamos capaces de ser un agente de cambio y de transformación. Transformación sobre todo para arreglar las causas que generan tanta exclusión. Y ese es el valor añadido de la Plataforma del Tercer Sector.

Entonces hay una percepción en el Primer Sector -que son las administraciones- y en el Segundo Sector -que son las empresas- de que cada vez nos conocen más, pero la sociedad no conoce esta forma de articularse en torno al Tercer Sector.

¿Cómo se podría mejorar esa comunicación con la sociedad?

Yo creo que hay una parte que la tenéis las personas que trabajáis en la comunicación (periodistas, medios…). Y por nuestra parte tenemos que aprender a comunicarnos con la sociedad. No solo decir lo que hacemos de manera individual, sino lo que hacemos de manera conjunta. Cada vez que se aprueba una Ley o cada vez que sale un informe sobre pobreza o sobre exclusión decir: “El Tercer Sector opina esto” o “el Tercer Sector reclama esto”. Esa es la forma de llegar a la ciudadanía.

Hay un tema interno de pensar que la cohesión nos unirá y, por otro lado, tener una conversación más cercana con la ciudadanía.

En los contextos en los que nos movemos, ¿qué causas son las que deberían estar más en el punto de mira?

Lo que más falta hace ahora mismo en este país es que va creciendo la economía, pero las desigualdades van en aumento: hay pobreza estructural, pobreza familiar, pobreza infantil… Cuando hay pobreza no se tienen las mismas oportunidades de poder estudiar o trabajar… Yo creo que, si queremos ser una democracia moderna, ese es el reto.

Como decía el pasado lunes en el Día del Tercer Sector el catedrático de economía de la Universidad de Barcelona y presidente del Consejo Económico Social: “Invertir en las personas más desfavorecidas, a medio-corto plazo, será enriquecedor para todas las personas”. Hay que cambiar esa conciencia y no solo ayudar a través del Ingreso Mínimo Vital (IMV) o ayudar a pagar la luz o el agua con el bono social, sino que hay que ser capaces de invertir.

Evidentemente hay diferencias por comunidades autónomas, no hay el mismo nivel de pobreza en todas. Haciendo una línea en la península ibérica que parta desde Madrid de este a oeste, evidentemente hacia arriba es una línea más rica, y hacia abajo una línea más pobre y, por tanto, más desigualdad. El reto principal es que no haya tanta desigualdad en el país.  

Como presidente de la Plataforma del Tercer Sector, ¿estamos lejos de alcanzar los retos que se plantean en la Agenda 2030?

En la Agenda 2030 íbamos como un país que primero tenía que conocer lo que era eso y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En el momento en que hemos empezado a conocerlo y las entidades del tercer sector han empezado a trabajarlo, ha venido una crisis energética derivada de la guerra de Ucrania y todo esto se ha relativizado. Ahora tenemos también lo que está sucediendo entre Gaza e Israel… Todas estas crisis hacen mirar hacia otro lado y no precisamente hacia los ODS. Por tanto, tenemos el reto de seguir concienciando para que se cumplan estos objetivos.

Hay unos niveles que si funcionan como por ejemplo el trabajo en red (Objetivo 17), pero todo lo que tiene que ver con la lucha de la igualdad de género hay que incidir muchísimo más. También con lo relacionado con la erradicación del hambre. Hay que hacer hincapié y seguir hablando de eso más que nunca.

¿Cuáles han sido los hitos más destacados logrados hasta el momento?

Yo creo que los principales hitos logrados por la Plataforma del Tercer Sector son que por primera vez hay un acuerdo marco con el gobierno (2022-2023). Es un acuerdo en el que se especifica que se nos tiene que reconocer más en las interlocuciones, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer.

Otro de los hitos tiene que ver con todos los desarrollos normativos: el primero puede ser el desarrollo de la Ley del Tercer Sector y el desarrollo de la Ley del Voluntariado. También, el año pasado se consiguió que hubiera un Día Nacional del Tercer Sector, como ha sido el día 9 de octubre, que ha sido la primera vez que se ha celebrado.

¿Por qué es realmente importante que exista el Día Nacional del Tercer Sector?

Primero porque ya se habla de Tercer Sector y segundo porque estamos reconociendo la labor que hacen cada una de las 28.000 asociaciones que existen en España; que se reconozca su trabajo, su actividad y su buen hacer. Si no tienes ese día, no puedes celebrarlo, ni poner en valor la labor de entidades que trabajan para ayudar a ciertas personas, ni insistir en que queda mucho trabajo por hacer.

¿Qué necesidades tiene aún sin resolver o a falta de mejorar el Tercer Sector?

La primera necesidad es que tenemos que llegar a un acuerdo con los distintos gobiernos para una financiación más estable. Yo creo que el tema de las subvenciones es una herramienta que está caducada. Hay otras maneras que son los conciertos sociales en donde la comunidad autónoma o la diputación ve problemas sociales en un entorno y le encargan a distintas organizaciones, durante un año, que se encarguen de esos asuntos. Estos temas creo que son importantes para poder dignificar a las entidades del Tercer Sector y que exista una estabilidad financiera.

Otro gran reto que tenemos es el de aumentar la voz para conectar con la ciudadanía, para que crea en el Tercer Sector y se vaya incorporando a través del voluntariado o a través de otra herramienta que agrande nuestras organizaciones.

¿Cuál es, en su opinión, el nivel de solidaridad que existe ahora mismo en España?

El nivel de solidaridad lo da el Observatorio del Voluntariado de la Plataforma del Voluntariado de España. El último informe que se presentó en noviembre o diciembre del año pasado (2022) en el Congreso Estatal de Voluntariado, mencionaba que éramos 3,2 millones de personas voluntarias en España. Lo cual eso es muy importante, aunque todavía estamos por debajo de la media europea.

La solidaridad se notó, sobre todo, en la pandemia donde hubo muchísima gente que se incorporó a distintas actividades de voluntariado. Pero necesitamos trabajar más. Tenemos que comunicar de otra manera para que la gente vea que puede dedicar parte de su tiempo libre a ayudar a otra gente que lo necesita en la organización que sea.

¿Considera que es un buen momento para hacer voluntariado?

Siempre es un buen momento. Incluso en los países más desarrollados en donde hay un sistema público de servicios sociales como pueden ser los países nórdicos, hay un alto nivel de participación y de voluntariado. O sea que, aquí ahora mismo que hay muchas necesidades a todos los niveles, puede ser un momento oportuno para tomar esa decisión. Yo creo que es el mejor momento por todas las crisis que estamos viviendo a nivel mundial.

A pesar de que todavía haya que mejorar el diálogo con la ciudadanía, ¿cómo cree que ha evolucionado la perspectiva de la sociedad respecto al voluntariado? ¿Hay mucha más aceptación?

Yo creo que hay más aceptación, aunque sí que es verdad que tiene algunos prejuicios como que «si el voluntariado quita puestos de trabajo». El voluntariado no puede amortizar ningún puesto de trabajo, esto es algo que dice la misma Ley. Se puede participar en actividades complementarias, pero las profesionales tienen estar realizadas y ejecutadas por personal remunerado. Esto creo que hay que explicarlo muy bien también para que sea una fuente de compromiso.

¿Qué le motiva a seguir apostando por conseguir un mundo más humanitario?

A mi lo que más me motiva es la esperanza y, sobre todo, el hecho de compartir. Pese a todo hay una motivación de seguir creyendo que todo es posible. La utopía deja de ser utopía cuando alguien se pone a la acción.

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