La vivienda asfixia a más de tres millones de familias

  • El 16,8 de las familias quedan por debajo del umbral de la pobreza severa una vez pagada la vivienda y los suministros básicos

En los últimos años, la vivienda se ha convertido en un gran pozo sin fondo para numerosas personas, sobre todo, para aquellas con menos ingresos. Los gastos relacionados con el pago de la casa y sus suministros son los que más se han incrementado en los presupuestos familiares. Esto ha provocado un desequilibrio en la economía de millones de hogares en España donde el porcentaje de pobreza material severa se sitúa ya en un 8,1% de la población (3,8 millones de personas).

El informe ‘Ingresos y gastos: una ecuación que condiciona nuestra calidad de vida’ elaborado por la Fundación FOESSA señala que, si bien los ingresos en España han experimentado un aumento del 11% desde 2008, lo cierto es que el contexto inflacionario de los últimos meses ha provocado que los gastos familiares hayan aumentado en un 30%. Esta disparidad se hace aún más notable en los hogares con ingresos más bajos.

Las familias más vulnerables, con menos ingresos, invierten más de seis de cada 10 euros (el 63%) en gastos de vivienda, suministros y alimentación. Mientras, las familias con mayor nivel de ingresos destinan cuatro de cada 10 euros a estas necesidades.

Vivienda, factor determinante

La vivienda se presenta como el factor que desequilibra la ecuación «ingresos menos gastos». Según el último dato de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE (2022), el gasto en electricidad aumentó un 82%, por lo que el número de familias que no pudieron mantener su vivienda a una temperatura adecuada aumentó un 189% respecto a 2008.

El esfuerzo que debe hacer una familia para adquirir un techo donde vivir también está al alza. Hoy son necesarios 7,7 años de renta bruta anual para comprar una vivienda, en comparación con los 2,9 años que eran necesarios en 1987. «No solo se necesitan más años, sino que, en la mayoría de los casos, los ingresos se conforman desde diversas fuentes, ya que hay muchos más hogares que cuentan con más de dos aportes gracias a la incorporación de la mujer al mercado laboral», subraya Daniel Rodríguez, miembro del equipo de estudios de la Fundación FOESSA.

La compra de una vivienda no es la única causa de tensión que sufren las economías domésticas. La mitad de las familias que cuentan con una casa en alquiler también sufren estrés financiero. Según datos de EINFOESSA 2021, en 2020 un tercio de la población en alquiler estaba en situación de estrés moderado y el 16% experimentaba un nivel extremo de estrés financiero. Esto quiere decir que el pago del alquiler supone más del 60% de sus ingresos.

“Como hemos aprendido en la Gran Recesión financiera de 2008, estas situaciones precarias pueden ser la antesala de crisis aún más graves, como los desalojos y las ejecuciones hipotecarias. Cuando las familias luchan constantemente para cubrir los costos de la vivienda, se vuelven vulnerables a la pérdida de sus hogares y al colapso financiero”, señaló Daniel Rodríguez.

Fórmulas de subsistir

En un intento por encontrar soluciones económicas y sostenibles, cada vez más familias se ven obligadas a recurrir a fórmulas como el subarriendo de habitaciones. En apenas cinco años, el porcentaje de familias con esta característica ha experimentado un notorio aumento, llegando al 6,6% en 2022 (más de 1,2 millones de hogares).

Por otro lado también se está registrando un incremento en el número de familias que residen en viviendas inseguras, llegando al 23,2% en 2021, lo que se traduce en más de 4,2 millones de hogares en pisos compartidos o cedidos sin contrato en vigor o en situación de desahucio.

Daniel Rodríguez asevera: “Nos encontramos, por tanto, con muchas familias que se enfrentan a una especie de dilema insuperable: la difícil elección entre vivir en condiciones no dignas, como compartir espacios reducidos, lidiar con el hacinamiento y soportar malas condiciones de vida, o, por otro lado, enfrentar una asfixia económica marcada por un estrés financiero abrumador, que a su vez puede afectar gravemente la salud, especialmente la salud mental”.

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