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«Unas horas de tu vida te pueden permitir salvar a alguien»

Elena Crimental

La donación de médula ósea puede ser clave para salvar a quienes padecen leucemias y otros trastornos sanguíneos. Por eso, Javier Lorenzana Orts colabora con Equipo Médula para sensibilizar acerca de esta realidad.
Javier Lorenzana, voluntario en Equipo Médula
Javier Lorenzana, voluntario en Equipo Médula

Que cada vez más personas se registren como donantes de médula aumenta las posibilidades de ayudar a quienes enfrentan enfermedades graves relacionadas con la sangre. Con un pequeño gesto, se puede salvar una vida. Es algo que el joven estudiante de ingeniería aeronáutica Javier Lorenzana Orts tiene muy claro, de ahí que en su primer curso en la Universidad Politécnica se apuntara junto a su pareja al voluntariado de Equipo Médula. Desde entonces han pasado cuatro años, en los que ha intentado aumentar la concienciación sobre la necesidad de inscribirse como donante y derruir algunos de los mitos más extendidos acerca de este sencillo proceso.

¿En qué momento y por qué decides hacerte donante de médula? ¿Eso fue lo que te hizo entrar en contacto con el voluntariado?

Fue a través de un mail que nos enviaron desde la universidad, en el que avisaban de una campaña informativa. Al ver que con un pequeño gesto se podía salvar una vida y que había mucha gente que lo desconocía, me animé. Nos dieron unas charlas de formación, sobre todo porque el voluntariado se enfoca en cómo dar a conocer el tema, y comprendí que había mucho desconocimiento, porque la gente piensa que la médula ósea es la médula espinal y que tiene que ver con la espalda, cuando no es así.

Al final registrarte es muy rápido y si te llaman son solo unas horas de tu vida que pueden permitir salvar a alguien, entonces decidí meterme en esto para visibilizar algo tan sencillo, pero que tiene bastante desconocimiento.

¿Qué tipo de actividades de sensibilización y captación realizas?

En mi caso participo en una campaña dentro de la Universidad Politécnica que está dividida en dos partes, lo que pasa es que las actividades están muy concentradas. Es decir, hacemos una campaña más grande en octubre-noviembre, en la que estamos alrededor de dos semanas visitando todas las escuelas. Nos ponemos en la puerta principal, que es donde más gente pasa, y estamos desde las 10 de la mañana hasta las 3 de la tarde informando, registrando y dando visibilidad; eso es principalmente lo que hacemos.

Después en abril hacemos otra ronda, pero como hay más exámenes y ya está la gente más ocupada, por lo general se hace una campaña en las universidades que más atención han recibido en noviembre.

En estos años, ¿has notado que han aumentado la concienciación y el interés?

He notado que el número de registros es estable ascendente, excepto tras la pandemia, que como llevábamos mucho tiempo sin hacer campaña y la gente estaba muy concienciada con todo el tema sanitario, hubo un boom gigantesco de donantes. Pero en general, aparte de los registros, también cada año hay más gente que se inscribe voluntaria o que ya está informada.

Existen falsos mitos alrededor de la donación de médula ósea, así que, para derruirlos, ¿puedes explicar en qué consiste este proceso?

Tres de cada cuatro pacientes enfermos de un cáncer de la sangre o una enfermedad sanguínea que necesitan un trasplante de médula no lo suelen encontrar en su familia directa, porque es muy difícil ser compatible. Entonces recurren al registro de donantes de médula, que es a nivel mundial. Para ser donante, lo que haces es inscribirte en una de las campañas que realizamos o en tu hospital habitual, allí te sacan dos tubitos de sangre, analizan el HLA [el sistema de antígenos leucocitarios humanos], que es lo que tiene que ser compatible, y ya pasarías a formar parte del registro.

Si de ahí a que cumples 60 años alguien enfermo necesita una donación de médula y es compatible contigo, te llamarían y pasarías a donar. Una vez te llaman, te atienden médicos profesionales y, a través de un tratamiento muy personalizado, concretas cómo y dónde vas a donar. Pero lo que se busca siempre es la facilidad para el donante y, sobre todo, la seguridad.

Cabe destacar que como es un registro a nivel mundial, puedes donar médula a pacientes de cualquier lugar del mundo y te pueden llamar estés donde estés, así que, por ejemplo, si te llaman dentro de diez años y estás viviendo en algún otro sitio puedes donar ahí.

Existen dos métodos de donación, uno es muy similar a donar plasma: te sacan la sangre por una vía, te la meten por la otra y te la recirculan, te extraen las células madre y tú no pierdes nada, porque que a ti se te regeneran como persona sana. La otra forma de donar es por la cadera. Esto entronca con uno de los mitos que más miedo generan y que hemos comentado antes, y es que la gente piensa que nos referimos a la médula espinal, pero la médula ósea está en el interior de los huesos, y sobre todo se encuentra en abundancia y es fácil de llegar a ella en los huesos planos, como en los de la cadera.

Lo que te hacen es que te duermen, es una intervención muy cortita, y te pinchan. Cuando te levantas te duele como si te hubieses dado con el pico de la mesa, pero vamos, que te vas el mismo día del hospital, por lo que es una intervención muy sencillita y el 15% de los casos en los que es necesaria es para tratar a bebés y niños pequeños, o a gente que requiere mucha cantidad.

¿Qué le dirías a las personas que tienen miedo o reticencias a la hora de donar médula para que se animen a hacerlo?

En cuanto a lo que es registrarse, es un tiempo muy pequeñito y el hecho de recibir esa llamada en unos años implica que hay una persona que podría salvarse gracias a ti, que pasa de no tener una oportunidad a que se le abra el mundo otra vez.

Respecto a tu propia vivencia, ¿qué te ha aportado el voluntariado?

A veces se te acercan con ilusión personas que te cuentan que se inscribieron en tu registro hace un par de años y que donaron médula porque al final los llamaron. Yo los considero héroes, porque altruistamente han salvado una vida. Al ser un voluntariado en el que por lo general no ves el impacto directo, porque estás informando y registrando, que te llegue alguien y te diga “he salvado una vida porque estabais por aquí y decidí inscribirme”, la verdad que es una gratificación personal increíble.

Entonces, ¿recomendarías realizar actividades como esta?

Sí, animaría a cualquier persona a hacer cualquier tipo de voluntariado, porque la pequeña aportación que haces suele ser, comparado con la ayuda que generas, muy grande y gratificante.

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