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La red de voluntariado se vuelca con la catástrofe de Valencia

Juan Salinas

Durante los últimos días, la labor voluntaria se ha volcado en la ayuda a las personas afectadas por la DANA que ha asolado diferentes puntos de la Comunidad Valenciana, arrasando viviendas, localidades, y dejando un reguero de personas muertas -219 hasta el momento- y desaparecidas. El pasado sábado, 14.000 personas voluntarias llegaron a la base logística, situada en el Museo de las Artes y las Ciencias de Valencia, para acudir a los diferentes puntos afectados por la tragedia.

Cada día, 90 autobuses se trasladan transportando a 40 o 50 personas voluntarias en cada viaje que van acompañadas de una persona coordinadora y dos sanitarias, además de recursos esenciales vitales para la supervivencia de las familias afectadas. «No te puedes imaginar la movilización que está habiendo. No puedo estar más satisfecho», comenta a este periódico Miguel Salvador, presidente de la Plataforma del Voluntariado de la Comunidad Valenciana y coordinador de las labores de voluntariado en la zona.

Entre la gran masa solidaria que acude deliberadamente a ayudar, Salvador pone el foco en la gente joven, la mal llamada generación de cristal, que en los últimos días ha demostrado una gran fortaleza. «Vemos a gente muy joven que está haciendo una labor inmensa. Grupos de chavales y chavalas muy predispuestas a lo que sea. Incluso viene gente de fuera de España. Es una pena que tengamos que atravesar momentos así para ver la solidaridad que realmente habita en la gente, y sobre todo en la más joven», explica.

Cuenta Salvador que la organización es fundamental en estos momentos. En el día de hoy, varios grupos de personas voluntarias acudirán a seis localidades diferentes para hacer limpieza de calles, otros grupos se encargarán de la clasificación y reparto de alimentos. Y otras entidades, como la Fundación Iniciativa Social, «están yendo a colegios a estar con los niños realizando actividades y juegos para entretenerles en una situación así«, dice.

Preselección de perfiles de voluntarios

Debido al gran número de personas voluntarias que acuden a ayudar, Salvador y su equipo de coordinación realizan una preselección de perfiles de voluntarios para distribuirlos donde más se les necesiten. Así evitan que algunos voluntarios acudan a una zona donde ya hay suficientes personas realizando una misma función, lo cual les impide poder participar en una labor de ayuda específica. «Los diferenciamos con diferentes chalecos, en función de si son voluntarios de limpieza de calles, de reparto de comidas, de apoyo psicológico o sanitario… y los mandamos a los lugares más oportunos para realizar su función«, explica.

Una labor voluntaria que se vio paralizada tras la suspensión, el pasado sábado, del Centro de Coordinación del Voluntariado en Valencia, aunque fue reactivado este martes en el Museo de las Artes y las Ciencias de Valencia. «Desconozco el motivo real por el que se suspendió la labor, aunque intuyo que se trata de adaptar el museo para convertirlo en un centro logístico de ayuda. Ha habido que montar un dispositivo policial, coordinarnos con el ayuntamiento de Valencia, y eso no ha sido sencillo», revela.

Materiales y productos más demandados

En cuanto a los recursos que más se demandan en los lugares afectados, Salvador explica que hay «saturación de envíos de comida y ropa». «Mucha gente se quedó hasta sin la ropa interior, y gracias a las donaciones han podido vestirse. Es muy cruel», expresa.

Ahora, lo que más se demanda son los productos que faciliten la limpieza del lugar. «Palas, cubos, botas de agua, rastrillos, fregonas, lejía», así como mascarillas, guantes y productos de higiene personal, indispensables para poder trabajar siguiendo el protocolo sanitario, evitando así contraer enfermedades. «De aquí no sale nadie sin su chaleco y su pack de protección personal. Hay mucha insalubridad, las calles huelen a muerte, lo dicen los voluntarios, así que mantenemos todas las medidas de higiene posibles», asegura Salvador.

Cuadros de estrés y ansiedad

Aún así, las interminables horas de duro trabajo limpiando las calles de escombros y sacando barro de las casas ya han hecho mella en las personas voluntarias. «Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos ayudando sin parar. Y eso también puede dejar secuelas psicológicas ya que aparecen cuadros de estrés y ansiedad. No sólo sufre la gente afectada, que por supuesto, sino la gente que ha ido a ayudar y está conviviendo con esta durísima realidad 24 horas al día. Ahora toca levantarse y cuidarse mucho también«, dice.

Por último, Miguel sólo pide que nadie se olvide de lo que está ocurriendo, como ha ocurrido con otras catástrofes. «Me da miedo de que la gente se vuelque mucho al principio y luego se olviden. Esto va a ser muy largo. Hay mucho trabajo por hacer. Hay gente que ha perdido hasta el DNI. Sólo deseo que nadie se olvide de la ayuda que estas familias necesitan y seguirán necesitando«, concluye.

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