Del trino al cielo azul, la búsqueda de espacios seguros en redes

Red social Twitter (ahora X)
Bluesky ya ha superado los 20 millones de perfiles, batiendo su récord a finales de noviembre con más de un millón de suscripciones en un solo día

Ana Somavilla | Juan Salinas

Cientos de miles de interacciones por segundo. Compartido. Difundido. Publicado. ¿Será un bulo? ¿Será verdad? Las redes sociales vertebran la realidad de millones de personas. Compartimos desde fotos de mascotas, hasta rostros modificados por IA, pasando por mensajes políticos. Por eso, las decisiones que toman las plataformas y, especialmente sus dueños, no pasan desapercibidas. Y, si no, que se lo digan a X, antes Twitter. En los últimos meses, el canto del pajarito se ha hecho demasiado estridente y ha provocado la desbandada de millones de cuentas.

La red social X ha pasado por distintos baches en los últimos tiempos. La restricción de caracteres, la falta de control ante la propagación de noticias falsas, teorías conspirativas y desinformación o la exponencial presencia de discursos de odio han desencadenado numerosas polémicas que han hecho que las personas usuarias se cuestionen su permanencia en la plataforma.

Aunque no fue hasta el pasado mes de noviembre, con el nombramiento de su CEO, Elon Musk, en un puesto de liderazgo por parte de Donald Trump, que se desató un debate que trascendió de las pantallas y estas nuevas formas de consumo de información. Fue el último empujón para dejar la puerta abierta hacia la alternativa: Bluesky.

El éxito de Bluesky

“Twitter se ha convertido en un panorama de desinformación y nuestra plataforma promueve todo lo contrario”, asegura Bernat Oró, responsable de comunicación de la Fundación Social Ignacio Ellacuría. Trabajan por la integración y la protección de los derechos de las personas migrantes, y en redes sociales se exponen a discursos de odio todos los días. “Parte de nuestro trabajo reside en desmentir los bulos sobre personas migrantes y racializadas, confirman.

La creciente falta de moderación o la difusión cada vez más recurrente de contenidos desinformativos han hecho que las organizaciones no perciban la red social como un espacio seguro. Por su parte, la fundación mencionada no ha tomado una decisión inminente sobre su retirada de X. Aseguran encontrarse en un “proceso de transición”, donde se han replanteado los valores de esta plataforma. Sin embargo, no dudaron en crear un perfil en la nueva red social.

Como esta, más de 20 millones de usuarios han decidido activar un perfil nuevo en Bluesky. Tras operar en beta cerrada con un sistema de invitaciones, esta nueva plataforma se abrió al público a principios de este mismo año, ofreciendo una experiencia basada en un protocolo descentralizado (AT Protocol) que permite personalizar las interacciones y gestionar los datos con mayor autonomía. Esto es algo que ha resultado más atractivo para los que no solo buscan recuperar la antigua naturaleza de Twitter, sino también salvaguardar su seguridad en Internet.

Así, Bluesky se ha conseguido posicionar como una alternativa ideal a Twitter. Sin embargo, para muchas de las personas usuarias, especialmente profesionales de la comunicación, resulta crucial su continuidad en la plataforma.

La importancia de no marcharse

“Cualquiera, a través de su red social, tiene la capacidad de producir información falsa”, confiesa Marta Montagut, doctora en Comunicación por la Universitat Rovira i Virgili, coordinadora del Máster de Comunicación Estratégica de la URV, investigadora y periodista.

Al final, que los perfiles decidan trasladarse a otra red social no hace que de esta se erradique la interacción. Por ello, para profesionales o medios de comunicación sigue siendo importante seguir en la plataforma. Desde Fundación Maldita, medio de comunicación y plataforma de verificación, lo dejaron claro: “hay que apostar aún más por la lucha en esta plataforma sabiendo que estamos en territorio hostil”. 

Por su parte, asociaciones como COGAM – Colectivo LGTBI+ de Madrid, han decidido, también, transicionar sin abandonar. Para esta asociación Twitter se ha convertido en “una red social donde la desinformación y la mentira se pueden difundir de manera muy fácil”, recalcando como factores principales la presencia de perfiles anónimos y “sin ningún tipo de filtro”.

“Sufrimos en primera persona la acción de este tipo de cuentas que se encargan de publicar comentarios negativos e insultos en algunas de nuestras publicaciones”, aclaran. Aún así, sienten la responsabilidad de seguir presentes con el fin de “difundir valores, reivindicar los derechos LGTBI+ y dar voz al colectivo».

Quedarse o irse como perfil de Twitter se ha convertido en un gesto político. Las personas que deciden irse porque no encaja con sus principios y las que aún no encajando con estos ven aún más necesaria su permanencia. Para ONG, asociaciones y colectivos esto ha supuesto enfrentarse de manera directa con un dilema moral. “En el momento que no estemos de acuerdo con cómo funciona la red social y nos sintamos incómodos, será entonces cuando tomemos medidas”, aclaran desde COGAM.

Sin embargo, otras plataformas sociales como el Colectivo DIME+, que actúa a nivel nacional por una educación más inclusiva, han visto necesario estar activos en Bluesky como una manera de adaptarse a los nuevos canales y estar presente, sin ningún tipo de pretensión política. 

Las redes sociales, una tormenta perfecta

La desinformación en las redes sociales ha experimentado un notable aumento en los últimos años, impulsada por la rápida expansión de estas plataformas y su capacidad para difundir información de manera masiva e inmediata. Factores como los algoritmos que priorizan contenido altamente compartible, independientemente de su veracidad, y la facilidad para crear cuentas anónimas han propiciado la propagación de noticias falsas y teorías conspirativas.

“Las mentiras son viralizadas a mucha más velocidad y llegan a mucha más gente. Así como los mecanismos de control, que cada vez son más ineficaces”, explica Montagut. La polarización social, la falta de alfabetización mediática y la rápida aceptación y difusión de contenidos inexactos han generado un contexto donde las personas quedan desprotegidas ante el contenido que consumen.

Por su parte, la exposición a contenidos de forma masiva que promueven otras redes como TikTok también suponen un peligro para la ciudadanía. Más allá de los problemas de aislamiento, autoestima o comparación, que remarca la Organización Mundial de la Salud, la exposición a contenidos desinformativos de forma continuada agrava la desconfianza en instituciones y en diferentes autoridades. 

Por este motivo, los perfiles de influencers o divulgadores han adquirido un papel fundamental en el proceso de información. “El influencer suele ser mucho más cercano que un medio de comunicación”, aclara la experta, mientras recalca el importante número de personas que solo se informan por redes sociales. Según el último informe de Reuters, el 29% de las personas afirmaron usar las redes como su principal fuente de información digital. 

Este fenómeno no solo afecta a la opinión pública, sino que también puede influir en elecciones, decisiones de salud y generar conflictos sociales. “Si como ciudadano no estás bien informado, porque estás confundido por una avalancha de información veraz y no veraz que proviene de múltiples canales, es muy difícil ejercer adecuadamente tu derecho al voto y a la fiscalización de tus políticos”, sentencia Montagut.

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