Año nuevo, nuevos propósitos. Miles de personas se disponen a cambiar lo que no funciona en sus vidas, a mejorar de cara a 2025. En las primeras semanas del año aumentan las inscripciones en gimnasios, clases de yoga, pilates, idiomas… Sin embargo, en apenas tres meses, perdemos la ilusión y lo de llevar una vida plena se aplaza para más adelante. ¿Ocurre lo mismo con la solidaridad? ¿Existe un repunte solidario que decae en apenas 90 días?
El año pasado, según las encuestas, dos de cada 10 personas se apuntaron al ejercicio físico entre los meses de enero y febrero, sobre todo en el segundo mes, pero apenas transcurridas unas semanas colgaron las zapatillas y dejaron el chandal como fondo de armario. Desistir de los nuevos propósitos es de lo más habitual. La pregunta es ¿actuamos del mismo modo cuando el compromiso es con la solidaridad? ¿Cómo funcionamos cuando se trata de una labor que atañe a nuestros valores? Según el Observatorio del Voluntariado, el organismo que analiza los hábitos solidarios y la participación de la población en España, el compromiso solidario también es estacional.
El perfil del voluntariado
El último informe del Observatorio sostiene que el voluntariado en España moviliza a un 10,1% de la población. Es decir, más de 4.200.000 personas mayores de 14 años colaboran con alguna organización social a medio y largo plazo. Frente a un compromiso estable hay otro tipo de voluntariado «de ida y vuelta». Durante la dana, por ejemplo, la cifra de personas que se implicaron como voluntarias superó las 20.000, según cálculos de la Plataforma del Voluntariado de la Comunidad Valenciana. Tras la emergencia, muchas de ellas no se han planteado vincularse de forma estable a una ONG.
Según Mar Amate, directora de la Plataforma del Voluntariado de España y responsable del Observatorio, la adhesión al voluntariado atraviesa picos a lo largo del año. «El voluntariado te conecta con tus valores, con experiencias que mejoran la vida de la gente, pero también la propia. Yo diría que es un tipo de gimnasia que humaniza» explica Amate.
Asegura que, como ocurre con los buenos deseos de año nuevo, también hay estacionalidad en la tarea solidaria. «En febrero hay un repunte del voluntariado. También se vive un aumento en los meses de verano, que coincide con las vacaciones en universidades y en institutos. En este periodo se produce una incorporación importante de jóvenes» señala la directora de la Plataforma del Voluntariado.
Hay meses, estaciones y etapas de la vida para ejercer la solidaridad. El retrato del voluntariado en España es el de una mujer, de entre 45 y 54 años, que colabora con una causa social desde hace más de una década, reside en una población mediana o grande, tiene trabajo y cuenta con unos ingresos medios o altos. «Hemos observado que hay etapas en la vida más propicias para implicarse en la solidaridad, por ejemplo la juventud y la madurez. También hemos observado que hay una ruptura clarísima durante la crianza y cambios significativos que coinciden con determinadas etapas de la vida laboral», asegura Mar Amate.
La edad marca tendencia
Distintos estudios del Observatorio concluyen que, a la hora de sumarse al voluntariado, la diferencia entre hombres y mujeres es pequeña. En 2024, la diferencia por género fue de un 55% de mujeres comprometidas frente a un 45% de hombres. Sin embargo, el factor de la edad sí marca tendencia.
La trayectoria de una persona solidaria transcurre en paralelo a determinados ciclos vitales. En las primeras etapas de la vida, durante la adolescencia y la juventud, se aprecia un mayor compromiso. De ahí, se pasa a un periodo de abandono, entre los 35 y los 44 años, de ello se deduce que tener menores a cargo no contribuye a comprometerse con la tarea voluntaria, más bien lo contrario. La actividad vuelve retomarse a partir de los 45 años y hay que destacar un notable repunte en la edad madura. Las personas mayores, a partir de los 67 años, se incorporan a la tarea solidaria cada vez con mayor frecuencia.
El reto de las organizaciones
Para las organizaciones sociales, el compromiso esporádico es precisamente uno de los principales problemas: «hay quienes se implican durante las emergencias o en momentos puntuales, pero luego no establecen un compromiso a largo plazo. El reto de las organizaciones es conseguir que esas acciones puntuales se prolonguen, que las personas que prueban con la solidaridad se queden», advierte Mar Amate. «Desde la red de voluntariado intentamos promover una cultura de la solidaridad. Pretendemos crear un estilo de vida que comprometa a la persona, más allá del simple impulso o del mero arrebato».
En este sentido, para impulsar la solidaridad como estilo de vida, la Plataforma del Voluntariado de España ha desarrollado y puesto en marcha Voluncloud, una aplicación que conecta a personas y ONG que necesitan voluntariado. La herramienta se rige por dos pilares fundamentales: la autenticidad, pues todas las organizaciones sociales que aparecen están verificadas; y la accesibilidad, por su sencillez de uso tanto para organizaciones sociales como para personas voluntarias.