Ciberacoso, adicción, sexting no consentido, ideación suicida o violencia de género son algunas de las consecuencias más graves que está dejando el mal uso de internet y las redes sociales entre la población más joven. Menores enfrentan situaciones extremas en silencio, sin apoyo profesional ni supervisión adulta. La falta de acompañamiento en su vida digital está generando un impacto profundo en su bienestar emocional, sus relaciones y su seguridad.
Así lo evidencia el último estudio presentado por la Fundación ANAR, que analiza el impacto de las tecnologías en la infancia y la adolescencia a partir de 11.164 casos atendidos en sus Líneas de Ayuda entre junio de 2023 y junio de 2024. En más de la mitad de los casos (56,4%), el uso inadecuado de las Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación (TRIC) fue uno de los factores que originó el malestar en la infancia o, incluso, lo agravó.
Violencias digitales y salud mental
El estudio revela una relación directa entre el uso perjudicial de la tecnología y múltiples formas de violencia. Las situaciones más alarmantes se dan en casos de pornografía y prostitución (87,5%), violencia de género (76,7%), expulsión del hogar (64,1%) y maltrato psicológico (60,8%).
En el ámbito de la salud mental, los datos también son graves: el 64,2% de los problemas de conducta y el 61,7% de las situaciones con ideación o intento de suicidio están relacionados con el mal uso de las TRIC. Además, las autolesiones aparecen en más de la mitad de los casos (54,5%).
El informe también alerta sobre otras problemáticas como desapariciones (75,4%) y conflictos jurídicos (52%), muchas veces vinculados al uso de inteligencia artificial, suplantaciones de identidad, amenazas o coacciones entre progenitores.
Sin atención psicológica ni acompañamiento
Más de la mitad de menores con problemas derivados del uso tecnológico (54,9%) no reciben atención psicológica, cifra que se eleva hasta el 60,1% cuando se trata de problemáticas específicas de las TRIC. «Nos encontramos con menores de edad que viven situaciones extremas en soledad, sin ayuda profesional ni emocional, sin supervisión y sin saber cómo pedir auxilio», ha explicado Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR.

El perfil más frecuente entre quienes contactan con ANAR es el de niñas y adolescentes de entre 9 y 16 años. La media de edad se sitúa en los 12,5 años y sube en casos como el grooming o el ciberacoso. La mayoría procede de familias monomarentales o con custodia compartida. El impacto también se nota en la escuela: el 62,5% presenta bajo rendimiento académico y el 56,4% expresa una baja satisfacción con su vida escolar, porcentaje que se dispara hasta el 77% entre quienes sufren ciberbullying.
Problemas de alta gravedad
En siete de cada diez casos, el sufrimiento se repite a diario y persiste durante más de un año. La cronificación se explica por la falta de intervención temprana, el silencio que rodea a muchas de estas vivencias y la normalización de comportamientos tóxicos en entornos digitales.
Según Fundación ANAR, el 79,7% de los casos analizados son de alta gravedad y el 71,8% requieren una intervención urgente. Esto ha obligado a intensificar la respuesta profesional: el 73,5% de los casos necesitan orientación psicológica, jurídica y social de forma simultánea.
Educación digital y regulación
El informe también recoge más de 100 recomendaciones dirigidas a familias, centros educativos, empresas tecnológicas e instituciones. Entre ellas, establecer normas claras de uso, fomentar el diálogo y la supervisión activa desde casa, y formar al profesorado en competencias digitales. Además, abogan por impartir educación afectivo-sexual y digital desde edades tempranas, y por garantizar la presencia del Teléfono y Chat ANAR en las aulas, como recoge la LOPIVI.
Sonsoles Bartolomé, directora jurídica de las Líneas de Ayuda ANAR, ha insistido en la necesidad de una regulación efectiva del entorno digital y una mayor responsabilidad por parte de las plataformas. «Los derechos de la infancia también deben protegerse en el entorno online», ha defendido.
Desde Fundación ANAR reclaman, además, la aprobación y aplicación efectiva de la Ley Orgánica para la protección de las personas menores de edad en los entornos digitales. «No podemos darles acceso ilimitado a un sinfín de contenidos sin educarles, sin acompañarles, sin límites. Urge escucharles y protegerles», ha concluido Benjamín Ballesteros, director técnico de la entidad.