La adicción al juego es una realidad cada vez más presente entre la población joven y un problema con un nivel muy bajo de percepción de riesgo. En los últimos años, y más con el impulso de las redes sociales, se ha venido normalizando la cultura del azar, más en edades tempranas. Las estrategias publicitarias del juego, muchas de ellas conectadas con el acto de apostar con emociones, sumado a la promoción a través de influencers, han potenciado esta problemática social que carece de recursos para una atención temprana.
La Red de Atención a las Adicciones, UNAD, ha presentado este miércoles en Bilbao un nuevo estudio que analiza los factores que contribuyen al inicio, mantenimiento y desarrollo de un trastorno de juego en las personas jóvenes. La investigación, financiada por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, se ha llevado a cabo a través de una metodología cualitativa que ha contado con testimonios de personas jóvenes y de los equipos profesionales que trabajan en esta materia. El objetivo es poder realizar una detección temprana, diseñar acciones y políticas preventivas que respondan a la realidad de la juventud.
Adentrarse en el juego
La investigación manifiesta que las personas jóvenes prueban su suerte de manera legal al ser mayores de edad, con el fin de sacar dinero rápido y emular, o bien el discurso publicitario o a alguien de su entorno cercano con experiencia. Así, las posibles ganancias iniciales refuerzan la fe en las probabilidades de seguir ganando.
Sin embargo, esto produce un bucle infinito: cuando aparecen las pérdidas, el sistema de azar empieza a exigir cada vez mayores inversiones para recuperar esas pérdidas, lo que termina generando una habituación que lleva, sobre todo a chicos, a pensar más en términos de inversión.
Factores de riesgo y diferencias por sexos
Como en todo, cada juego tiene su público. En este sentido, según se ha detectado en el estudio, los chicos están más presentes en los juegos de apuesta y las chicas en el bingo.
Patricia Martínez Redondo, autora del proyecto, ha apuntado que los sesgos cognitivos que se detectan en los discursos de chicas y chicos versan sobre cuestiones muy diferentes, apareciendo en mayor medida el aspecto económico de juego entre los chicos y el mayor influjo de la habilidad y el aprendizaje para influir en el azar en las chicas.
Uno de los factores de riesgo individuales más predominantes es la impulsividad, sobre todo en la modalidad de juego online por su fácil acceso e inmediatez de resultado. También lo son las emociones de activación y excitación que provoca el juego tanto en chicos como en chicas.
De otro lado, existen factores de riesgo sociorrelacionales, aquellos que motivan a un grupo más amplio a sumarse al juego. Según indican las investigadoras, lo más cercano es el mundo de las apuestas y de manera concreta, los locales de apuestas. La gente joven cree que acudir a estos lugares en fin de semana y de manera grupal es una opción más dentro de la oferta de entretenimiento.
Mikel Arana Etxezarreta, director general de Ordenación del Juego del Ministerio de Derechos Sociales ha recordado que aunque haya una mayor proporción de hombres que juegan frente a mujeres no deberían obviarse todos los condicionantes de género que hay detrás de estas conductas.
Soluciones para una detección temprana
Durante su intervención, Luciano Poyato, presidente de UNAD, ha recordado que según los datos del Informe sobre adicciones comportamentales y otros trastornos adictivos, desarrollado por el Plan Nacional sobre Drogas (2023), el 21,5% de estudiantes de entre 14 y 18 años habían jugado con dinero online o presencial en los últimos 12 meses. «Aunque pueden parecer meros datos, detrás de ellos hay personas con nombre y apellidos en la que el juego no solo impacta en su salud mental y emocional, sino también en sus relaciones sociales, su rendimiento académicos y su futuro profesional», ha apuntado.
Por su parte, Nerea Antia Vinós, asesora del Departamento de Salud del Gobierno Vasco, ha defendido: «La prevención y la intervención en adicciones y en conductas problemáticas nos exige trabajar en conexión con la realidad y en un estado de permanente adaptación». En la misma línea y a modo de cierre, Juan José Etxeberria Sagastume, rector de la Universidad de Deusto -entidad colaboradora de la investigación- ha destacado que «la educación y la investigación deber ir de la mano de la acción social».