Si hoy callamos, mañana morirán

En peligro la salud de las personas con VIH

Oliver Marcos, secretario general de CESIDA y Toni Poveda, director

En enero de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la salida del país de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la paralización de las acciones de USAID en la lucha contra el VIH y el sida. Esta decisión supone un duro golpe para la salud global, ya que USAID gestionaba el 60% de la ayuda exterior estadounidense en más de 130 países.

Peter Marocco, dijo en una carta a ONUSIDA que se ponía fin a su financiación «por conveniencia del Gobierno estadounidense». La medida se tomó «por adecuación a las prioridades de la agencia y al interés nacional».

Antes de la congelación de fondos, EE.UU. aportaba dos tercios de la financiación internacional para la prevención del VIH en países de renta baja y media. Gran parte de estos recursos provenían del Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida (PEPFAR), que desde 2003 ha salvado más de 26 millones de vidas.

Los países con mayor dependencia de Washington para la lucha contra el VIH/sida se encuentran entre las zonas más desfavorecidas del planeta. Entre ellos se encuentran la República Democrática del Congo, Costa de Marfil y Haití. Un estudio de la Fundación Desmond Tutu estima que en Sudáfrica hasta 500.000 personas podrían morir en la próxima década debido a estos recortes, y otro medio millón podría infectarse por la falta de acceso a tratamientos.

Hace escasos días, movimientos sociales organizaron una protesta pacífica en el Capitolio de EE.UU. contra el desmantelamiento del PEPFAR, que terminó con la detención de varias personas. Estos ejemplos evidencian la creciente incertidumbre en la respuesta global al VIH, exacerbada por recortes de financiación y el desmantelamiento de políticas públicas vitales, así como el impedimento de la respuesta social y la manifestación.

Siguiendo la línea de EE.UU., el presidente argentino, Javier Milei, anunció la salida del país de la OMS y recortó significativamente el personal de salud pública: el 40% de la Dirección de VIH y el 30% de la Dirección de Vacunas. Esto pone en riesgo programas esenciales, como el de detección de la tuberculosis, una de las principales causas de muerte entre personas con sida.

El lema de Act Up, «Silencio=Muerte», cobra una relevancia fundamental. El silencio de la comunidad internacional ante tales medidas provocará la muerte de miles de personas no solo con VIH, sino para las poblaciones en situación de vulnerabilidad y que dependen de la atención sanitaria.

Instamos a los gobiernos y a la comunidad internacional a condenar estas políticas y a mostrar compromiso y solidaridad con la respuesta al VIH y al sida a nivel mundial. La dignidad de millones de personas dependen de nuestra capacidad colectiva para resistir y defender un futuro libre de discriminación y estigmas, hechos imprescindibles para alcanzar la deseada y posible meta de tener una generación sin VIH.

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