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¿Vuelta al cole o regreso al infierno?

Irene Ortiz

El acoso escolar no es un juego, ni el patio del colegio un lugar de recreo. Puede serlo, pero también se convierte en un escenario propicio donde recibir burlas, insultos o comentarios que dañan en lo más profundo. Todo ello lejos, en muchos casos, de la mirada atenta del profesorado. En el último año, los casos de acoso escolar han aumentado considerablemente respecto a cursos anteriores, según revelan distintos estudios de organizaciones sociales.

Desde siempre, las personas que son percibidas como “diferentes”, tienen mayor riesgo de sufrir discriminación. Entornos como el colegio y el instituto, donde se crean las relaciones sociales con otras personas, son el caldo de cultivo para que florezcan los discursos de odio si no se sigue una educación en valores adecuada. Además, con el uso de las redes sociales, la infancia y la adolescencia puede llegar a sufrir mayores índices de victimización.

Según el último estudio realizado a 20.662 estudiantes (de entre 4º de primaria y 4º de secundaria) de 325 centros educativos de España por la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación ColaCao, la prevalencia general de víctimas es del 6,2% y la de personas que acosan del 2,1%. Esto quiere decir que, de promedio, hay casi dos víctimas de bullying por aula y una persona acosadora cada dos aulas, estimando 28 estudiantes por clase.

Acoso escolar en la educación primaria

En términos específicos, los centros donde se percibe un mayor número de casos de acoso escolar son los de educación primaria: el 7,6% de estudiantes de primaria reconoce sufrir acoso escolar, mientras que en secundaria lo reconoce el 5,25%. A medida que van creciendo y avanzan cursos, hay una disminución de quienes se consideran víctimas.

La edad más habitual de sufrir acoso, según especifican desde Fundación ANAR, es entre los 12 y los 13 años. Una de las razones que estiman que acrecienta los conflictos en este periodo es el uso temprano de dispositivos móviles y redes sociales. En su manual ‘Cómo detectar y actuar ante el acoso escolar’ elaborado en colaboración con la Fundación Mutua Madrileña, especifican que siete de cada diez chicas son víctimas de ciberbullying y la edad media son los 13,6 años.

Algunos motivos y diferencias por género

Los motivos que mueven a la juventud a la discriminación suelen ser variados: empezando por defectos físicos o del atractivo (52,9%), pasando por no seguir las mismas tendencias o comportarse de manera diferente al resto (44,2%), hasta por pertenecer a colectivos de alta vulnerabilidad como pueden ser la discapacidad, las personas migrantes o la diversidad sexual, entre otros.

Siguiendo el estudio de la Fundación ColaCao y la UCM, por género, las chicas suelen sufrir más agresiones en relación a su aspecto físico y los chicos se sienten más victimizados cuando se trata de agresiones físicas, racistas y en contra de la orientación sexual.

Preocupación por los derechos LGTBI+

Uno de los temas que más preocupa entre estudiantes de secundaria es la tolerancia hacia el colectivo LGTBI+, pues según revela el barómetro de julio del instituto 40dB para El País y Cadena Ser, ha habido un aumento, sobre todo de hombres jóvenes, que rechaza sus derechos. La estadística revela que al 27% de los chicos de la Generación Z les incomoda ver a una pareja del mismo género. «Esto supone un aumento de 16 puntos frente a la generación anterior, la millenial; el primer retroceso en apoyo a los derechos LGTBI+ entre la juventud desde el comienzo de la democracia», afirma Martina Roel, miembro del equipo de coordinación del Grupo Joven de la Federación Estatal LGTBI+ (FELGTBI+).

Estadística de la encuesta de 40dB para El País y Cadena Ser | Infografía de Cadena Ser.

Ignacio Paredero, secretario de Organización de la FELGTBI+ expone: «Detectamos que a los hombres jóvenes les están llegando discursos de odio contra el colectivo LGTBI a través de redes sociales y de Internet. Sabemos que hay una ‘manosfera’, discursos y grupos que están difundiendo estos comentarios contra el colectivo LGTBI, también muy influenciados por voces de la extrema derecha».

¿Existen protocolos eficaces en los centros de educación?

Desgraciadamente, la realidad expuesta es la habitual. La vuelta al cole supone el regreso del bullying a las aulas y, con más fuerza, a Internet. Jóvenes y adolescentes se inundan de inseguridad, construyendo una baja autoestima y en muchos casos abatidos por síntomas depresivos y conductas autolesivas o suicidas. Muchas de estas personas, arrastran estas conductas hasta la vida adulta, afectando en su desarrollo normal.

Según indica el estudio de Fundación ColaCao y la UCM, una de cada tres víctimas de acoso escolar no se lo cuenta a nadie. Tienden al silencio por miedo. Aunque sí lo hace un 38% de las víctimas. Aunque existe una mayor presencia en centros educativos sobre la diversidad a través de charlas y talleres impulsados en muchos casos por entidades sociales, aún existen vacíos protocolarios y programas sobre cómo actuar en estos casos.

El Ministerio de Educación y Formación Profesional publicó el año pasado un informe estatal sobre la convivencia escolar en centros de educación primaria, elaborado por el grupo de investigación Imeca de la Universidad de Alcalá, con el objetivo de actuar frente al acoso escolar. Se registró lo siguiente: «El 28% del alumnado afirma que en su colegio existe un programa de ‘alumnos ayudantes de convivencia’, frente al 13,7% que responde que “no”, mientras que el 59% lo desconoce». Además, ligados a la prevención del odio contra el colectivo LGTBI, según datos que ofrece Ignacio Paredero a este periódico, solo se da en uno de cada tres centros educativos.

El estudio de la Universidad de Alcalá ofrece ciertas recomendaciones para incrementar la lucha contra el acoso escolar. Entre ellas, disminuir la carga burocrática que conlleva por parte de docentes la gestión de los casos y aumentar las destrezas del alumnado en la resolución de conflictos.

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