La soledad en las personas mayores ha pasado de ser un tema marginal a convertirse en un desafío de salud pública con graves consecuencias para la calidad de vida de quienes la sufren. En España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 40,9% de los hogares unipersonales corresponden a personas de 65 o más años que viven solas. Esto quiere decir que 1,7 millones de personas mayores viven solas.
Este fenómeno acapara más atención a medida que transcurre el tiempo, pero muchas veces es silenciado y poco visible tanto en la opinión pública como en la agenda política o los medios de comunicación. Con un envejecimiento de la población en España, los efectos de la soledad se hacen más evidentes y preocupantes. El aislamiento provoca riesgos que afectan el bienestar general de las personas mayores, más allá de los emocionales.
Factores de riesgo de la soledad no deseada
María Moreno, terapeuta ocupacional en una residencia de Jaén, asegura que el aislamiento social no solo provoca sentimientos de tristeza o melancolía, sino que también puede tener repercusiones muy serias en la salud física de las personas mayores. «El tener relación con otras personas nos estimula a nivel cognitivo y nos ayuda a mantener una vida más activa, lo que disminuye el riesgo de muchas enfermedades, tanto cardiovasculares como mentales, como la ansiedad o la depresión», añade.
Diversos estudios han demostrado que la soledad puede acelerar el deterioro cognitivo, aumentar el riesgo de desarrollar demencia y otros trastornos neurodegenerativos, y estar directamente relacionada con problemas de salud como la hipertensión o el aumento de inflamaciones crónicas. En los casos más extremos, el aislamiento puede llevar al abandono y a situaciones en las que los mayores corren peligro sin que nadie lo note a tiempo.
Según el presidente de Salud Mental España, Nel González Zapico, experimentan «con más frecuencia» el dolor por la muerte de un ser querido, un descenso del nivel socioeconómico como consecuencia de la jubilación o la discapacidad, factores que pueden ser causa de pérdida de independencia, soledad y angustia.
De la soledad al suicidio
En muchos casos, el aislamiento desencadena trastornos como la depresión y, en situaciones extremas, puede conducir incluso al suicidio. Según la terapeuta ocupacional, este es un problema que se observa en muchos grupos sociales, pero que tiene un impacto particularmente fuerte en mayores.
Aunque el suicidio en personas mayores es un tema tabú, las cifras indican que se trata de un problema preocupante. Según los últimos datos extraídos por el INE, 1.205 personas mayores de 65 años se quitaron la vida en 2022, de las cuales 529 eran mayores de 79 años. De hecho, este último grupo de edad es el que mayor incidencia de casos registra. La soledad, la pérdida de autonomía y la falta de expectativas son algunas de las causas que favorecen este incremento de la tasa de suicidio.
Trabajar el aspecto social
Las residencias de mayores juegan un papel crucial y son una respuesta a las necesidades de cuidado de quienes que no pueden vivir sin compañía. María Moreno, como terapeuta ocupacional, se enfrenta diariamente a las consecuencias de la soledad, pero también a la posibilidad de combatirla: “Mi función principal es favorecer la autonomía de los residentes en sus actividades de la vida diaria, como la alimentación, el vestido, el arreglo personal, pero también buscamos que se integren bien con el resto de residentes y encuentren actividades de las que pueda disfrutar tanto por sí mismo como en compañía”.
Para ello, es importante trabajar en el aspecto social de la vida de las personas mayores. Las actividades grupales, los talleres y las dinámicas que promueven la interacción son claves para romper el aislamiento y fomentar el sentido de pertenencia. “El ocio y el tiempo libre son tan importantes como las actividades básicas. Es fundamental que se sientan parte de un grupo, que hagan amistades y que, aunque vivan en una residencia, sigan teniendo una vida plena”, comenta la terapeuta ocupacional.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, muchas personas mayores siguen sintiéndose solas. “Hay quienes, aunque rodeados de gente, sienten que no tienen a nadie. Esto ocurre cuando no se ha logrado crear un vínculo emocional profundo con los demás, y es algo que intentamos paliar ayudándolos a conectar con otras personas de la residencia”, agrega. La tecnología juega un papel importante: las videollamadas y las redes sociales les permiten mantener el contacto con sus seres queridos, aunque vivan lejos.
«Es muy importante no olvidar a nuestros mayores, tanto a los de nuestra familia como a los de nuestra comunidad; no merecen acabar sus vidas sintiéndose solos y abandonados”,
sentencia la terapeuta ocupacional. Tal y como recuerda, «ellos nos dieron todo, ahora es nuestro turno cuidarlos a ellos».